Un nuevo atentado reconocido por Estado Islámico, el quinto de este año, dejó a Londres con mayor incertidumbre sobre cómo contener el terrorismo yihadista. Esta vez, un artefacto de fabricación casera fue puesto entre una bolsa de supermercado y un balde en el vagón de un tren de la capital británica, cuya explosión dejó con quemaduras y traumas a 29 personas que iban camino a sus trabajos.
Si bien las autoridades informaron que la amenaza por terrorismo en esa ciudad era “grave”, es decir, nivel cuatro de cinco, a final del día subió a “crítico”, el máximo, lo que significa que un atentado puede ser inminente, según detalló la primer ministra, Theresa May, quien sustentó su decisión en que así se facilitará el despliegue de soldados para ayudar a la Policía a reforzar la seguridad del país, sobre todo en el transporte.
En esa medida, Marcos Peckel, experto en terrorismo de la Universidad Externado considera que la estrategia del Gobierno de Reino Unido para enfrentar el terrorismo es y ha sido la adecuada. El problema es que ni sus fuerzas, ni las de ningún país, podrán garantizar nunca que no habrá atentados, “porque la guerra contra el terrorismo no se gana. Siempre habrá un siguiente atentado en un lugar y unas circunstancias que les permitan a sus autores ganar réditos publicitarios”, destaca el experto.
Lo mismo cree Juan Ramón Martínez, director del proyecto de investigación sobre Terrorismo y Derecho Internacional de la Universidad del Rosario. Para él, por más que se aumenten los presupuestos en tecnología para monitoreo a extranjeros y nacionales, y por más que se establezcan políticas públicas para incrementar la seguridad, “la vulnerabilidad del orden público y de la población civil seguirá en la mesa”, porque no solo los extranjeros se están radicalizando en el Reino Unido, sino personas nacidas y criadas en ese país.
Por eso, en los últimos dos años la política de seguridad europea se ha vuelto particularmente restrictiva, y se blinda aún más con cada atentado. Francia, por ejemplo, lleva más de un año en estado de emergencia y París se militarizó el lunes después de lo sucedido en Berlín.