Emmanuel Macron y Marine Le Pen, con un 27,85% y 23,15% de votos en la primera vuelta respectivamente, se disputan como en 2017 la presidencia en el balotaje del domingo, tras dejar atrás a otros 10 candidatos, entre ellos el izquierdista Jean-Luc Mélenchon (casi 22%).
Según los últimos sondeos del viernes, el candidato de La República en Marcha (LREM), de 44 años, se impondría a su rival de Agrupación Nacional (RN), de 53 años, con una ventaja menor que, en 2017, cuando se proclamó presidente con un 66,1% de votos.
Cinco años después, Francia no es el mismo país: protestas sociales marcaron la primera mitad del mandato de Macron, una pandemia mundial confinó a millones de personas y la ofensiva rusa en Ucrania sacudió con fuerza el continente europeo.
La guerra en los confines orientales de Europa sobrevoló la campaña, aunque “el poder adquisitivo ha sido la preocupación número uno”, dijo a la radio France Bleu, Mathieu Gallard, de Ipsos France, para quien hay “una fuerte desilusión” en el balotaje.
Muestra del desencanto con la primera vuelta, estudiantes ocuparon días después temporalmente la simbólica universidad de la Sorbona. “Los jóvenes se enfrentan a una falsa elección, a dos opciones que les perjudican”, dijo entonces Baptiste, de 22 años.
Muchos jóvenes, así como parte de los electores de Mélenchon -árbitros de la segunda vuelta-, denuncian el balance social y ecológico de los cinco años de Macron, pero también temen que la extrema derecha llegue al poder.
“El voto a Macron no se basa en una mejora de la situación de los franceses, sino en una capacidad a gestionar crisis, a enfrentar crisis en un mundo que los franceses saben que es cada vez más inestable”, agregó Gallard.
“Tercera vuelta”
Macron ha jugado la baza de un presidente estable en tiempos de crisis y reformista; Le Pen ha apostado por presentarse como la defensora del poder adquisitivo, en un contexto de inquietud por el auge de los precios de la energía y de la alimentación.
Casi 49 millones de franceses tienen en sus manos escoger qué Francia quieren hasta 2027, una decisión que podría implicar un cambio en las alianzas internacionales de esta potencia nuclear y económica si la heredera del Frente Nacional sale elegida.