Tras un año de la muerte del psicólogo y Premio Nobel de Economía, Daniel Kahneman, se conoció a mediados de este mes de marzo que el reconocido autor de Pensar rápido, pensar despacio tomó la decisión de poner fin a su vida a los 90 años mediante suicidio asistido en Suiza.
Según reportó The Wall Street Journal, en sus últimas semanas, Kahneman disfrutó de la compañía de su familia en París y el sur de Francia, lugares que marcaron su infancia y juventud, antes de morir el 27 de marzo de 2024.
La determinación de Kahneman de poner fin a su vida no fue impulsiva. En cartas enviadas a sus amigos más cercanos, explicó que su convicción sobre evitar las dificultades de la vejez se había gestado desde su adolescencia.
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En sus palabras, dijo que “desde la adolescencia he creído que las miserias e indignidades de los últimos años de la vida son superfluas, y actúo con base en esa creencia”.
A mediados de marzo de 2024, escribió su carta de despedida, mencionando que, aunque aún disfrutaba de la vida, los problemas de salud comenzaban a acumularse.
Entre ellos, expresó preocupación por su función renal y un incremento en sus lapsos mentales, señales de un deterioro que no estaba dispuesto a experimentar.
El propio Nobel reconoció en su última carta que algunos de sus seres queridos habrían preferido que esperara más tiempo, pero que su decisión debía parecer “prematura” para evitar llegar a un estado de sufrimiento.
“No es de extrañar que algunos de mis seres queridos hubieran preferido que esperara hasta que fuera evidente que mi vida no merecía prolongarse. Pero tomé mi decisión precisamente porque quería evitar esa situación, así que tenía que parecer prematura. Agradezco a las pocas personas con las que compartí al principio, quienes, a regañadientes, me apoyaron”, escribió.
Finalmente, dejó claro que no temía a la muerte: “Después de tomar la decisión, descubrí que no le temo a no existir, y que concibo la muerte como dormir y no despertar. El último período no ha sido realmente difícil, salvo por presenciar el dolor que causé a otros. Así que, si sentían lástima por mí, no lo sientan”.
El legado de Daniel Kahneman
El israelí-estadounidense, nacido en 1934, revolucionó la economía conductual con sus estudios sobre cómo los sesgos cognitivos afectan la toma de decisiones humanas.
Junto con Amos Tversky, desarrolló la teoría de las perspectivas (Prospect Theory), que explica cómo las personas evalúan pérdidas y ganancias de manera asimétrica, lo que desafió la visión tradicional de la racionalidad en la economía.
Su trabajo le valió el Premio Nobel de Economía en 2002, un reconocimiento atípico para un psicólogo, y su libro Pensar rápido, pensar despacio (2011) se convirtió en un referente mundial sobre los mecanismos del pensamiento humano, que explica los dos sistemas de pensamiento humano: uno rápido e intuitivo y otro más lento y analítico.