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Abel Cruz Gutiérrez es un ingeniero zootécnico peruano de 56 años de edad que, sin planearlo, descubrió hace 20 años la manera de captar el agua que cargan las nubes y almacenarla para llevársela a los más necesitados.
Cuenta su historia que un día observó cómo en las mallas que utilizaba para delimitar sus predios, en el distrito de Ancón, a 40 kilómetros de Lima, quedaba agua atrapada y descubrió que podía capturarla en su estado gaseoso, en forma de niebla, cuando las moléculas están muy separadas.
A esos artefactos les llama los “atrapanieblas” y con cada uno de ellos, según sus cuentas, puede captar entre 200 y 400 litros por día. Este invento accidental ha permitido que Abel pueda llevar agua hasta los barrios limeños que no cuentan con este servicio público domiciliario. Se calcula que son cerca de dos millones de habitantes en esa urbe los que no tienen acceso.
Por sus condiciones geográficas, la capital peruana adolece de una sequía natural que dificulta el aprovisionamiento del líquido vital y quienes más padecen con esa situación son las comunidades vulnerables, dado que deben comprarle el suministro a camiones cisterna privados a unos precios que multiplican el valor en las facturas de servicios.
El sistema desarrollado por Abel es sencillo, económico y escalable: “Se trata de mallas tejidas con hilos de nailon de seis por cuatro metros que, colocadas en soportes de madera o aluminio en las zonas altas de los cerros, tienen la capacidad de capturar miles de gotas, las cuales se adhieren a las mallas y caen a un tubo que las conduce hacia un tanque a través de un sistema doméstico de distribución y acumulación”, comentó el inventor al El País de España.
En las dos décadas que acumula su creación, este ingeniero ha instalado unos tres mil “atrapanieblas”, en el marco de proyectos desarrollados en el Perú, Ecuador, Colombia, Bolivia, México y Chile. Ha dado conferencias en Asia, Europa y Estados Unidos, y su ONG, Movimiento Peruanos sin Agua, ha recibido dos veces el Premio Nacional Ambiental Antonio Brack Egg en Perú y ocupó el segundo lugar del Desafío Google, por encima de otros 2.300 proyectos sostenibles en el mundo.
Pese a la potencia social y económica de su creación, reconoce que hay un problema: el agua captada se puede usar para aseo doméstico y riegos de cultivos, pero no es apta para el consumo humano. Es por eso que está trabajando en un método de potabilización natural basado en la semilla de la moringa, que puede coagular el barro, reducir la turbidez y combatir la actividad bacteriana entre 98 y 99%.
De acuerdo con la investigación de Abel, al combinar la semilla de la moringa con la raíz de la rata-rata, una planta medicinal de la selva del Cusco, es posible limpiar el agua sin usar agentes químicos.
Quiere que todos los asentamientos pobres de Perú, la mayoría de los cuales se ubican en zonas altas y húmedas, puedan acceder a agua potable sin excepción. Además, está trabajando en otro proyecto para evitar la sequía de espejos de agua naturales, pues cree que en el futuro cercano la provisión del líquido vital será más compleja.
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