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América Latina, una región enfocada en mejorar su seguridad, no le da mayor importancia a este tema.

  • El pasado 6 de junio, Richard Matt, de 48 años, y David Sweat, de 34 años, dos convictos por homicidio encerrados en la Instalación Correccional Clinton, en Dannemora, NY, ejecutaron con éxito un escape que planearon durante meses. FOTO AFP
    El pasado 6 de junio, Richard Matt, de 48 años, y David Sweat, de 34 años, dos convictos por homicidio encerrados en la Instalación Correccional Clinton, en Dannemora, NY, ejecutaron con éxito un escape que planearon durante meses. FOTO AFP
21 de junio de 2015
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Un país como Colombia siempre ha estado enfocado en reducir sus niveles de criminalidad, pero en su estrategia para lograr una sociedad más segura, no ha tenido en cuenta el manejo carcelario ni le ha sacado el rédito que otras naciones en el mundo han obtenido, como E.U, Francia y Alemania.

A excepción de la cárcel de Cómbita, Boyacá —construida con el criterio supermax, de alta seguridad—, y tal vez de la de Itagüí, poco más se puede resaltar, según expertos consultados por EL COLOMBIANO, de un sistema carcelario que sobresale por su hacinamiento, inseguridad, y aporte significativo a los niveles de criminalidad que se ven en las calles.

La situación es similar o peor en casi toda América Latina, con las prisiones siendo focos de la delincuencia, antes que lugares en donde se reforme al individuo y se reduzca la violencia y el crimen.

“El sistema carcelario de A.L. está muy atrasado frente a los altos niveles de seguridad que tienen los penales en continentes como Europa y países como E.U. ¿Qué propicia esto? A parte de la tecnología, en nuestra región la impunidad alcanza niveles del 95 por ciento. En otros lugares la justicia realmente funciona. No hay corrupción generalizada, y no está el sistema sometido a las presiones políticas”, afirmó a EL COLOMBIANO John Marulanda, consultor internacional en seguridad.

“Es alarmante ver cómo en países como Venezuela se producen matanzas e incendios dentro de los penales y se trata de una cuestión común, que no recibe respuesta de ninguna autoridad. Por otra parte, y tal como se ve en prisiones venezolanas, todo está en manos de las mafias y los capos, que desde la cárcel siguen ordenando la actividad delincuencial. Esto es algo que se repite en naciones como Honduras, Colombia, El Salvador, México, Brasil, entre muchas otras de A.L”, agregó.

Una fuga de película

Con la notable distancia que le lleva el sistema carcelario europeo y estadounidense al de A.L, se debe resaltar que todavía buena parte de sus prisiones no están exentas de violencia, homicidios y brechas de seguridad. Hechos que, aunque ocurren en mucha menor medida, de vez en cuando ocupan los titulares de prensa.

Ese fue lo que ocurrió el pasado 6 de junio, cuando Richard Matt, de 48 años, y David Sweat, de 34 años, dos convictos por homicidio encerrados en la Instalación Correccional Clinton, en Dannemora, NY, ejecutaron con éxito un escape que planearon durante meses.

A dos semanas del hecho, las autoridades federales estadounidenses —reputadas por su diligencia y eficiencia a la hora de responder a fugas—, siguen buscando pistas de la ubicación de los prófugos, mientras pasa el tiempo y el área de persecución se ensancha.

Si bien se especula cada vez más sobre un posible fracaso de la operación de búsqueda, las autoridades se han movilizado rápidamente desde que se conoció el hecho y, fieles a su reputada eficacia, no pierden la paciencia.

Solo un día después, ya se tenía conocimiento de que los fugitivos fueron ayudados por alguien dentro del penal. El 12 de junio la policía identificó y arrestó a Joyce Mitchell, una guardia de la prisión, por su presunta complicidad.

La captura se produjo tras establecer que los reos utilizaron herramientas pesadas, como sierras y taladros, para romper concreto y acero y abrirse paso por las tuberías del penal —Mitchell las facilitó—. Luego metieron sabanas y papeles debajo de las cobijas de sus camas para simular que estaban durmiendo durante el recorrido de los guardias a las 10:30 p.m. del 6 de junio.

Al entrar a la zona de tuberías, lograron caminar por un pasillo de servicio que los llevó a una escalera. La treparon y cruzaron un muro que habían tumbado con anterioridad y mucha perseverancia. Tras el muro había solo la salida de una amplia tubería rumbo al alcantarillado de la localidad de Dannemora. Abrieron dicha tubería con las herramientas y se introdujeron en ella.

Salieron por una cloaca a 120 metros del penal, y emprendieron su huida rumbo a una posible y anhelada libertad. En la tubería por la que escaparon dejaron un mensaje a los guardias de la prisión y cientos de policías que emprendieron —tal vez furiosos— su persecución:

“¡Que tengan un buen día!” —frase anotada en un papelito amarillo de recordatorios, acompañada por un dibujo de un chino con sombrero cónico y sonriendo—.

Lecciones e inteligencia

Sin que implique que la justicia estadounidense no podrá eventualmente capturar a los prófugos —como usualmente sucede—, ¿en qué fallo el sistema carcelario en Clinton?

Para Marulanda, “sin duda la vulnerabilidad de la estructura obedeció a la funcionaria de prisiones que incurrió en complicidad para permitir la fuga. Resta esperar que la justicia estadounidense lleve el asunto a buen fin, algo que logra en más del 97 por ciento de los casos de escape”.

Por ahora, más de 300 efectivos buscan a Matt y Sweat por entre los bosques del estado de Nueva York, y con retenes en carreteras que llevan a Canadá o a otros estados. Todo lo que evidencia la importancia que le da el sistema judicial a los asuntos carcelarios, algo que los expertos no ven similar en Latinoamérica, a menos que se trate de fugas de conocidos criminales o mafiosos.

¿En qué radica la importancia que se le da en otros países a las prisiones? Para Alfredo Rangel, senador de la República y experto en asuntos de seguridad, “naciones como E.U. y otras con un desarrollado sistema carcelario, tienen claro que para combatir la inseguridad se debe fundamentalmente impedir que las cárceles se conviertan en escuelas del crimen, focos desde donde se organiza la delincuencia y en los que la rehabilitación del recluso no es posible”, explicó.

“El sistema carcelario por supuesto no es la única herramienta para combatir el crimen, pero es indispensable en gran medida en la reducción de los niveles de delincuencia en un sistema integral de seguridad”, agregó.

Por tanto, darle importancia a las prisiones es darle prioridad a la seguridad. Pero naciones como E.U. no se conforman con la tecnología que hay en sus cárceles, y buscan innovar constantemente al ser conscientes de que se trata de una batalla en la que no se puede descansar ni dejar de aprender de las fallas.

Eso piensa Marulanda: “Aún en prisiones modernas los internos dedican la mayor parte de sus esfuerzos a buscar debilidades. Por eso de islas como Alcatraz, Imrali y Gorgona, y de prisiones con numerosos sistemas de seguridad, se han escapado. Eso es una lucha de no acabar y las naciones deben mejorar sus procedimientos y tecnologías”.

Cercas y fugas legendarias

Así, en ese combate silencioso entre autoridades y reos, como el gato y el ratón, se han construido las prisiones más intimidantes y seguras, pero también se han dado las fugas más insólitas y recordadas.

Ahí entra la de la isla de Alcatraz (1962), legendaria porque se desconoce aún la suerte de los tres fugitivos, Frank Morris, John Anglin y Clarence Anglin. Se cree que se ahogaron en aguas de la bahía de San Francisco, pero nunca se encontraron sus cadáveres.

De dos islas de la Guyana Francesa también huyó Henri Charrière “Papillon”, en 1933 y 1941, para convertirse en uno de los fugitivos más recordados de la historia. De otra en Turquía, Imrali, huyó el escritor, actor y director de cine estadounidense Billy Hayes en 1975, en una penosa travesía que lo llevaría, con mucha suerte, a Grecia.

Pero del bando contrario siempre se ha contraatacado, y si antes Alcatraz, Imrali y otras prisiones eran construidas “a prueba de escapes”, hoy día, tras las lecciones aprendidas, cada vez se hacen mejores cárceles. ADX Florence, ubicada en el estado de Colorado, E.U, es considerada ampliamente como la más segura del mundo en la actualidad. Es la más digna representante de la categoría supermax, que agrupa a las prisiones de impecable seguridad.

“Tienen sistemas electrónicos, múltiples barreras hechas con materiales prácticamente impenetrables, permanentemente vigiladas por efectivos muy profesionales, muy bien equipados, y muy entrenados. Finalmente una rigurosa disciplina y horarios para que sean muy pocas las posibilidades de escape. Estas prisiones están diseñadas para criminales de alta peligrosidad, que han cometido delitos que ameritan este régimen”, recalcó Marulanda.

Como estas, cientos de cárceles en el mundo evitan que los criminales más peligrosos continúen gestando acciones delincuenciales. En A.L, no obstante, la norma es que entre rejas se vea el verdadero poder del bajo mundo sobre la sociedad.

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