Irán y seis grandes potencias, entre ellas Estados Unidos, retomaron de forma indirecta, este lunes en Viena -tras una pausa de cinco meses-, las negociaciones para resucitar el acuerdo nuclear de 2015 que busca impedir una bomba atómica iraní.
Enrique Mora, miembro del servicio diplomático de la Unión Europea y coordinador de la reunión, sostuvo que gran parte del encuentro giró entorno a la insistencia de Irán de que le levanten las sanciones impuestas por Estados Unidos en 2018, durante el Gobierno de Donald Trump.
Sin embargo, por ahora ni Irán ni Estados Unidos expondrán sus posturas directamente ni está previsto ningún encuentro, aunque Mora indicó ayer que el resto de países del pacto están dispuestos a “escuchar la posición iraní“ y que, al mismo tiempo, Teherán quiere hablar seriamente para reavivar el pacto.
En ese sentido, Ali Bagheri, negociador del país asiático, destacó en declaraciones a los medios de su país que se logró un acuerdo y que el primer punto de la agenda, que comenzará hoy, será el levantamiento de las sanciones para posteriormente tratar otras cuestiones exclusivamente nucleares. Con sus declaraciones, dejó entrever una aparente voluntad de su país para seguir los esfuerzos negociadores donde se quedaron en junio, tras seis rondas de contacto en Viena que acercaron ya algo las posturas.
El problema es que, desde entonces, el programa nuclear ha avanzado mucho y la falta de transparencia frente a los inspectores de la ONU que deben verificar sus actividades, han creado un clima de mutua desconfianza.
Por ese acuerdo, logrado después de años de conflicto y negociaciones, Irán se vino a poner un límite al tamaño y el alcance de su programa que le hiciera imposible fabricar suficiente material nuclear en menos de 12 meses, lo que daría tiempo a la comunidad internacional a reaccionar. Según expertos, es ahora de un mes o menos, aunque necesitaría años para poder fabricar una bomba.
Pero el acuerdo también prometía a Teherán el progresivo alivio de las sanciones, políticas, económicas y financieras, un beneficio que el abandono de Trump echó por tierra