Mucho viento escandaloso pasó por Brasil tras la destitución de Dilma Rousseff como presidenta (2016). Lo que se pensó por entonces como la muerte política del Partido de los Trabajadores (PT), ya no es tal. Meses antes de esa salida por la puerta trasera de su ahijada política, el máximo líder de la izquierda, Luiz Inácio Lula da Silva, había sido salpicado por el caso Lava Jato —de corrupción en Petrobras y otras empresas públicas—, pero la paradoja es que ahora, incluso tras recibir una condena ayer, 30 % de los brasileños aún lo apoyan.
En ese caso, a pesar de todas las revelaciones escandalosas por corrupción, el líder del PT tendría, según el más reciente sondeo de Datafolha, la capacidad de llegar a una eventual segunda vuelta en las presidenciales de 2018. ¿Cómo se explica eso? EL COLOMBIANO abordó con expertos en Brasil las implicaciones de esta sentencia contra Lula.
Testigos hablan de regalos
Ayer, el juez Sergio Moro consideró que el expresidente es culpable de corrupción pasiva y lavado de dinero por supuestamente haber recibido 3,7 millones de reales (1,1 millones de dólares) en sobornos a raíz de contratos suscritos entre la constructora OAS y Petrobras. Por este motivo lo condenó a nueve años y medio de prisión.
El pago de esas coimas se habría materializado en la reserva de un apartamento tríplex en el balneario de Guarujá, en el estado de Sao Paulo, y el pago del almacenamiento de regalos recibidos durante su gestión (2003-2010). No obstante, expertos explicaron que la sentencia no es algo definitivo en contra de Lula.
“La acusación tiene que ver con este apartamento, que no está a su nombre —ni de nadie vinculado a él, según su defensa—, pero el juez dio validez a los testimonios en su contra. No obstante, esta sentencia en primera instancia no implica que Lula irá a la cárcel. Según un fallo del Supremo Tribunal Federal, se debe esperar hasta una decisión en segunda instancia para que se cumpla la orden de prisión”, explicó el periodista Iván Godoy, reconocido en el país por su paso por Radio Senado.
“Esa confirmación solo se daría el próximo año, por lo que falta mucho, y Lula podría aún lanzarse a las elecciones presidenciales como candidato del PT. Él es el favorito para los comicios de 2018, según los últimos sondeos, a pesar de que ya fue salpicado”, tal como informó el periodista, por este y otros cinco casos relacionados con Lava Jato.
Con Godoy coincidió Dawisson Belém Lopes, politólogo y docente de la Universidad Federal de Minas Gerais, para quien “el juez Moro ha condenado a Lula con un método nuevo, ya que se basa solo en las declaraciones de los involucrados en el caso”.
El impacto para la izquierda
La salida de Dilma en 2016, tras 13 años de predominio del Partido de los Trabajadores, evidenció un declive de la política izquierdista en Brasil, con la economía ralentizada en los últimos años y el efecto de este gigantesco caso —que no obstante golpeó a formaciones de todo el espectro político— rondando en las instituciones.
¿Cuál será el impacto de esta sentencia contra la credibilidad del PT y de la izquierda en ese país? Lopes consideró que de ese 30 % de brasileños que aún apoyan al expresidente, “la mayoría piensa que hay una persecución contra Lula, tal como se puede ver en redes sociales”. De esta forma el efecto contra los apoyos que tiene la izquierda sería mínimo.
Pero para el periodista Iván Godoy, todo el impacto que tendría la sentencia depende de lo que ocurra en segunda instancia, ya que “en caso de que se confirme su condena, el PT quedaría acéfalo. No hay nadie más allá de Lula con el poder de aglomerar tal cantidad de apoyos a nivel nacional. En ese mismo escenario dicha formación política pasaría a ser de segundo nivel, porque el liderazgo de Lula da Silva está por encima del poder y el prestigio de su partido”.
No escampa en otros lados
Mientras esto ocurre, las investigaciones por Petrobras y Odebrecht impactan a políticos de todo el espectro y de distintos partidos. El propio presidente del país, Michel Temer, tiene hasta 3 causas de corrupción por las que podría ser destituido. A pesar de que detenta hoy el poder en el gigante sudamericano y no prevé renunciar, el consenso es que este sí estaría políticamente muerto.
“Apenas cuenta con 7 % de popularidad entre los brasileños, a pesar de que ha hecho esfuerzos por ganarse a la población con reformas como la laboral —aprobada el martes— y fuerte gasto en infraestructura —más de 1.000 millones de reales—”, aseguró Godoy.
El sector que sería verdaderamente beneficiado tanto por las tormentas en el lado Lula como las del lado Temer sería el de los “outsiders”. No sería extraño, de aquí a 2018, que avancen fortalecidos nombres independientes ya conocidos como Marina Silva —que nunca antes superó el techo de la primera vuelta—, o relativamente nuevos, como el alcalde de Sao Paulo, João Doria.
