En 2009 el Gobierno Nacional promulgó la ley 1355 o ley de obesidad, en la que se define a esta y a las enfermedades no transmisibles asociadas como prioridades de salud pública. Se tomó una serie de medidas para controlar, atender y prevenirlas que van desde la regulación de alimentos en centros educativos hasta la promoción de una dieta balanceada y saludable en el país.
La obesidad definida, por la Organización Mundial de la Salud, OMS, como acumulación anormal o excesiva de grasa que supone un riesgo para la salud, también es considerada por la misma entidad como una de las enfermedades que más afecta a las personas. En el mundo mueren cada año 2,8 millones de personas por causas asociadas a ella.
En Colombia, una de cada dos personas en edades entre 18 a 64 años tiene exceso de peso según la más actual Encuesta de Situación Nutricional elaborada en 2015. Esta que se realiza cada cinco años tiene una curva ascendente del 5% en aumento de casos. En la actual crisis de la salud, este panorama es más preocupante, la obesidad ha sido considerado un factor de riesgo de mortalidad en pacientes con covid-19 por la OMS.
Según un artículo realizado por el grupo de estudio francés Obesity y el equipo de cuidados intensivos de covid-19 de la ciudad de Lille en Francia, un índice de masa corporal mayor al recomendado aumenta siete veces el riesgo de requerir ventilación mecánica y triplica el de ingresar a UCI. Por ello es cada vez más importante prestar atención a las enfermedades crónicas asociadas a la obesidad para tenerlas bajo control.
Para Valney Suzuki, gerente general de Novo Nordisk Colombia, empresa global especializada en el tratamiento de enfermedades crónicas graves, “este contexto también ha impactado sobre la vida diaria de las personas que sufren de esta condición en la actual coyuntura. Los programas de soporte psicológico y de control de peso se han pausado, lo que ha traído consigo un mayor riesgo de ganancia de peso y de desarrollar enfermedades metabólicas. Además, el autoaislamiento ha conllevado a un estilo de vida sedentario y ha afectado los hábitos alimenticios”.
Aprender a comer de manera consciente y llevar una vida saludable son dos formas de combatir la obesidad. Pero para una población en la que las cifras de esta crecen, se requiere de una convergencia de entes públicos y privados que promuevan el autocuidado y programas de acción contra esta patología.
“En Colombia, más allá de la gestión de políticas encaminadas hacia la prevención, es necesario que, además, analicemos el abordaje holístico del tratamiento. El camino que debemos seguir impulsando para fortalecer la ley, es involucrar a múltiples actores que construyan un ambiente más saludable: sector salud, industria farmacéutica, organismos del Estado, comunidad médica, empresa privada, asociaciones científicas, pacientes, cuidadores, padres de familia y sociedad en general”, explica Suzuki.
El país ya tiene una ruta definida que debe seguir recorriendo. La ley de obesidad presenta unos puntos a tener en cuenta para solucionar unos problemas que la pandemia ha hecho más visibles. Las enfermedades crónicas relacionadas con la obesidad no se deben descuidar sino empezar a combatir en estos momentos.