Jugamos a los bolos desde el antiguo Egipto. Durante siglos, este deporte cautiva a las civilizaciones y hoy continúa más vigente que nunca. Medellín, por ejemplo, cuenta con la bolera Bowland, un espacio para su práctica con amigos, familiares, compañeros de trabajo. En este espacio todo está dado para la diversión: reúne música, billar, restaurante, bar y más sorpresas.
“Siempre quisimos que fuera algo diferente. Que las personas entraran y se sintieran en otro mundo. Un lugar con varias opciones para entretenerse, olvidarse del estrés y desconectarse de la realidad”, comenta Daniela Peláez, coordinadora de Marketing de Bowland.
Y lo lograron. Sus dos sedes, ubicadas en el piso 5 del Centro Comercial Santafé y piso 4 del Parque Fabricato están especialmente diseñadas para ofrecer una experiencia inmersiva, en donde pareciera que el tiempo no pasa. Con 14 pistas profesionales e interactivas en cada una, Bowland le da un nuevo matiz al tradicional juego.
¿Cómo es?
En grupos de seis personas, los jugadores pueden competir mientras disfrutan de la diversa gastronomía: la comida llega a la pista. “Tenemos una oferta de nachos, fajitas, hamburguesas, papas americanas, mix de frituras, picadas, palitos de queso y diferentes platos para compartir”. Además, la carta ofrece postres, algodones de azúcar y malteadas.
Para sorprender a sus invitados, Bowland presenta algunas noches de toques de disc-jockey en vivo y su sede de Santafé inauguró una mesa de billar americano. Los más afortunados podrán vivir el momento Bowland: una hora de la fiesta en que la bebida corre por cuenta de ellos, obsequiando a cada jugador un shot o cóctel especial.