Aun kilómetro del parque de Guatapé parece que hubo una guerra naval hace mucho tiempo. Cientos de pedazos de un barco inmenso reposan oxidados en un lote de 15.000 metros cuadrados donde la maleza los arropa lentamente.
En primer plano están los cañones. Al fondo, dos caballos pastan en los matorrales que rodean los aceros. Muy cerca están el embalse y la pomposa villa deportiva.
Los viejos metales son las partes del barco que en su tiempo fue el equivalente al emblemático buque escuela Gloria. Se trata del ARC Boyacá, que llegó a esta localidad del Oriente antioqueño entre 1996 y 1997.
Trece años después, el gran buque de guerra, que viajó en contravía de la costa a las montañas para encallarse como un emblema en el embalse de Guatapé, resposa quieto y desarmado en los "sueños de mar" que una vez tuvieron habitantes, empresas, gobiernos y que aún conservan cada vez más pocos.
¡Que venga!
La Marina estadounidense usó este cazasubmarinos hasta 1972, cuando lo donó a la Armada colombiana, a la que sirvió por 22 años.
La Corporación de Marinos Bitácora pensó en traerlo a la represa, porque ellos sienten con los barcos que dan de baja lo mismo que los arquitectos cuando los edificios se demuelen: una nostalgia inmensa.
Sus representantes y el alcalde de Guatapé hicieron las gestiones en la Gobernación, y en 1995 la Armada entregó el buque en comodato, por 99 años, al Departamento.
Mediante lo que en ese entonces era Turantioquia, hizo una convocatoria para entregarlo en concesión.
Hilda María Londoño conocía las gestiones de Bitácora y concibió un proyecto quijotesco: traer desde el mar hasta el corazón de la montaña un barco de tres mil toneladas, 98 metros de largo, 12 de ancho y 45 de alto, para convertirlo en un hotel - museo. Y lo logró.
El barco llegó a Guatapé y pretendía ser un polo de desarrollo turístico muy rentable. Se le proyectaba centro comercial, museo, dos casinos, conservar el helipuerto original y hasta auditorio para 300 personas.
Así se consignaba en el anteproyecto ganador de la convocatoria, que estimaba un costo inicial de 3.354 millones de pesos.
Sueños de Mar
Con el liderazgo de Hilda, en 1996 se conformó Inversiones Sueños de Mar S.A., sociedad que obtuvo la concesión por 50 años y tendría que desguazar, trasladar y restaurar el ARC Boyacá, y poner a andar el proyecto.
Arrancó como sociedad de economía mixta pero mayoritariamente privada. Comenzaron 134 socios y luego fueron 205, entre ellos la Gobernación, el Municipio de Guatapé, la empresa privada y particulares como campesinos que, con esfuerzo, pagaron los cien mil pesos de la acción.
De acuerdo con Hilda, ese año recogieron 1.600 millones de pesos: 500 provinieron de los socios y 1.100 de donaciones particulares.
La gesta
Ernesto García es comerciante de Guatapé y, junto a su familia, compró cuatro acciones "porque se trataba del progreso del municipio".
El barco estaba en el muelle de Cartagena y allí fue desguazado en 7.200 pedazos. Había que trasladar los de la parte superior del buque.
El pueblo esperaba con ansias al navío. Aquel día de octubre de 1996, Guatapé fue fiesta. Hubo cabalgata, pólvora y banda marcial. El padre Modesto García, párroco municipal de la época, bendijo la caravana que llegó con las primeras partes.
El traslado fue terrestre y fluvial. Unas piezas navegaron por el Magdalena y desembarcaron en Puerto Boyacá. De ahí se montaron en tractomulas autopista arriba hasta la represa. A los organizadores les tocó pedir el cierre de la vía Medellín - Bogotá para facilitar el paso de la caravana. La hazaña la pagaron empresas privadas, que canjearon sus servicios por acciones de Sueños de Mar.
El orden público
Pero con el buque en Guatapé, y toda la energía para continuar las gestiones de emplazamiento y restauración, sobrevino la violencia en la zona.
Los años negros que marcaron el fin de la década de los noventa y el principio de la siguiente, espantaron a los inversionistas y al turismo.
Entre 1999 y 2002 "nos mataron 130 personas", dice José Arcángel Urrea, concejal de Guatapé y ex personero municipal. Y en eso coincide Libardo Giraldo, alcalde de esta localidad entre 1995 y 1997.
Sueños de Mar y otros inversionistas se desanimaron. "A la última reunión fueron 20 personas", señala el alcalde actual de esta población, John Jairo Martínez.
Una pequeña esperanza
La llegada de Álvaro Uribe Vélez a la Presidencia y con él la seguridad democrática, avivaron la esperanza de los guatapenses.
No obstante, según un informe de la Secretaría de Productividad y Competitividad de Antioquia, en 2005 la Dirección de Turismo del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo le expresó al Departamento que, por restricciones presupuestales, era "imposible colaborar con recursos para este proyecto".
El informe señala que en 2006 la Secretaría "comunicó que la Gobernación tampoco contaba con los dineros". Maximiliano Valderrama, actual secretario de Productividad y Competitividad, explica que en la administración "se encontró que el proyecto no es viable". Estima que su realización costaría entre 8.000 y 10.000 millones de pesos.
Hilda, gerente de Sueños de Mar entre 1996 y 1999, reclama una suma de voluntades para reactivar el proyecto, porque si se logró lo "imposible" una vez, puede volver a hacerse a punta de gestión, porque el comodato y la concesión siguen vigentes.
Las piezas 'joya' del buque se custodian en Cartagena, pero la mayoría está en la manga donde las bestias pastan en medio del letargo, donde está el olvido.
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