De todas las veces que las Farc anunciaron la entrega de los restos mortales del teniente coronel Julián Ernesto Guevara, esta última fue la que más ilusión generó en Emperatriz de Guevara, la madre del policía muerto en cautiverio en 2006. Pero por ahora no hay alivio ni duelo porque los despojos siguen secuestrados en la selva.
Era tal la ansiedad de esta madre y abuela de 72 años, que tras la noticia de las liberaciones del sargento Pablo Emilio Moncayo, del soldado Josué Daniel Calvo y de la entrega de los restos de su hijo, se enfermó de la presión y fue hospitalizada.
El anhelo de recibir los despojos de su hijo y acabar con una larga agonía de 12 años tras su secuestro, le dieron fuerzas para recuperarse y estar lista para viajar a recibir a los secuestrados.
Las oraciones de la fervorosa mujer parecían haber sido escuchadas. "Ya me siento mejor, estoy lista y ansiosa de ir al reencuentro con mi hijo para darle una sepultura digna", dijo doña Emperatriz el pasado jueves, cuando todo indicaba que el proceso de liberación comenzaba sin contratiempos.
Pero una vez más, las Farc incumplieron su promesa de devolver los restos del mayor Guevara y el dolor de una familia se prolonga.
Antes ya había sufrido más frustraciones en la lucha por su hijo. La más dolorosa llegó en febrero de 2006, cuando se conoció la noticia de la muerte en cautiverio de Julián Ernesto un mes antes, producto de una enfermedad que nunca le trataron.
Luego, a mediados de 2008, por testimonios del sargento Jairo Durán, rescatado en la Operación Jaque, se enteró, para ahondar su dolor, de que su hijo murió enfermo, con "la piel pegada a los huesos" y encadenado.
A pesar de la nueva desilusión, dice que encuentra consuelo en cada liberación y como hasta ahora, da muestras de una fortaleza admirable, que según ella, proviene de la fe en Dios y la Virgen María.
"Los parientes de los secuestrados somos una gran familia y con cada liberación sentimos todos una inmensa alegría... Si los restos de Julián no llegan esta vez, seguiré esperando. Yo sé donde está su alma, pero quiero recuperar sus restos para sepultarlo, para tener donde ir a visitarlo mientras me reúno con él", afirma doña Emperatriz.
Julián Ernesto Guevara Castro era capitán de la Policía y subcomandante de la entidad en Mitú, cuando las Farc se tomaron la capital de Vaupés, en noviembre de 1998, tras un combate en el que él y otros 41 uniformados fueron secuestrados tras ver morir a 66 de sus compañeros.
De ellos, 61 fueron dejados en libertad tres años después, pero él, por ser un oficial, entró a conformar la lista de los llamados canjeables de las Farc.
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