La creación de los parques biblioteca está pensada en Medellín en la línea de la formación del ser social, porque lo que se concibe allí está lejos del hábito de la cercanía a los libros como una experiencia solitaria, y más cerca al diseño de espacios donde los libros, además de cómplices del acceso al conocimiento, son también un pretexto de encuentro. En la mera forma de nombrarlos, no sólo como bibliotecas sino como parques biblioteca, hay implícita una connotación social de aquellos lugares que dan cuenta de la invitación al encuentro, al disfrute del paisaje, a la potenciación del sentido de comunidad.
La idea inicial pudo ser, simplemente, la de crear bibliotecas en sitios estratégicos de la ciudad y sus corregimientos. Y eso hubiera sido motivo de orgullo y un factor importante de transformación y de apoyo a las pretensiones de la "Ciudad más Educada".
La evidencia es que los ya construidos son referentes claros de transformación social, espacios donde el aire es otro, donde el espíritu de comunidad es otro, donde las motivaciones, no sólo para la utilización del tiempo libre, sino para la sensación del sentir de lo colectivo, son formidables. Es un privilegio tenerlos cerca.
Por eso, da gusto observar cuando se camina por estos centros culturales que, de la misma manera que niños, jóvenes o adultos se recrean con los libros, encontramos salas con mesas de conversación sobre el barrio, donde se conciertan las prioridades de inversión del Presupuesto Participativo y los habitantes del entorno acceden a información sobre su cultura, a la documentación que recoge el devenir de su historia; espacios, también, donde se escucha el violín solitario de un pequeño aprendiz que construye los primeros arpegios de su formación musical, un espacio más amplio, la reunión de quienes interpretan con gusto contagioso nuestra música autóctona, lo mismo que los aires musicales de su época y el legado del repertorio clásico.
Igual que ocurrió con el Metro, en la génesis de cada uno de estos centros se ha hecho convocatoria a los integrantes de la comunidad para incorporar a su creación aspectos característicos de la zona, sentires, necesidades, demandas, estrategia que ha conseguido, no sólo darles mayor pertinencia, sino que afianza además un motivo de arraigo que aflora la sensación de lo colectivo y lo público.
Ir a un parque biblioteca es meterse en la entraña de un lugar donde se siente la fuerza de la esperanza que abre camino en la ciudad de Medellín; es entender que el territorio educativo no se ciñe sólo a la escolaridad. De ahí que esos primeros espacios que mostramos con orgullo a quienes nos visitan se hayan convertido en motivo de réplica en otras ciudades de Colombia y del mundo, y merezcan el reconocimiento internacional.
Pico y Placa Medellín
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