Zelia Guérin (1831-1877), y Luigi Martin (1823-1894), los papás de Santa Teresita del Niño Jesús, fueron beatificados el pasado 19 de octubre en la basílica de Liseux en Francia. Ellos contrajeron matrimonio en 1858 y tuvieron nueve hijos. Cuatro de ellos murieron cuando eran pequeños.
La hija menor de este matrimonio fue Santa Teresita, nacida en 1873. Entró a los 15 años en el Carmelo de Lisieux, donde falleció a los 24 años. Fue canonizada en 1925 por Pío XI, quien la llamó la santa más grande de nuestros tiempos. La santidad en la vida cotidiana, su alta sensibilidad encaminada hacia una gran profanidad espiritual, su lucha habitual por vencer sus defectos y por velar por la santidad de sus hermanas de comunidad son su mayor legado, que está consignado en los muchos escritos que dejó, especialmente en su autobiografía Historia de un alma, que ha sido traducida a 50 idiomas.
En este libro la santa confiesa cómo su personalidad fue moldeada y guiada por el ejemplo de sus padres: "Tenía solamente buenos ejemplos en torno a mí. Naturalmente quería seguirlos". "Con una naturaleza como la mía, si hubiera sido educada de padres privados de virtud, me hubiera vuelto una mala herramienta, y quizás me hubiera perdido".
La vida de Zelia fue excepcional. Es admirable su extraordinaria vocación a la maternidad. Pese a que cada jornada terminaba agotada, ella llevaba consigo un diario en el que consignaba todas sus experiencias de madre y esposa. Tuvo una infancia dura, recibió poco afecto en su familia y en lugar de transmitir esta amargura a sus hijas, luchó por lograr la virtud contraria. Su matrimonio siguió siendo un camino lleno de pruebas. Tuvo que afrontar la muerte de cuatro hijos, hecho que le hizo poner más su mirada en lo eterno, no como un consuelo momentáneo sino como una visión sobrenatural del dolor: "Es un gran bien tener mis angelitos en el cielo, pero no es menos triste para la naturaleza perderlos. Así son las aflicciones de nuestra vida", dice en uno de sus escritos.
Luigi, por su parte, afrontó con profunda fe la muerte de su esposa siendo ella muy joven: "La viudez es siempre una condición difícil de aceptar. Luigi vivió la pérdida de su esposa con fe y generosidad, prefiriendo el bien de sus hijos a sus gustos personales", dijo el cardenal José Saraiva Martins, prefecto emérito de la Congregación para las Causas de los Santos durante la homilía de la misa de la beatificación. "En nuestro mundo, que trata de ocultar la muerte, nos enseñan a mirarla cara a cara, abandonándose en Dios", concluyó el prelado.
Zelia y Luigi se casaron hace 150 años y su testimonio sigue siendo una antorcha que puede iluminar tantas familias de hoy. Al igual que Santa Teresita fueron santos en las cosas pequeñas y cotidianas pero que hacen una gran diferencia no sólo dentro de la misma familia sino también dentro de la sociedad y cuyo ejemplo sigue brillando con el paso de los años.
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