Jenny tenía apenas 14 años, una edad que en la provincia es más que suficiente para desempeñar el oficio materno. En efecto, era la madre de dos pequeños de nueve y seis años, pero no en el sentido que su verdugo quiso interpretar.
Cuando su padre salía a jornalear, la familia quedaba a su cargo, tomaba el lugar de la mamá ausente. Un día, mientras este salía a ganarse el pan, llegaron a su casa las armas, las botas, los verdugos y la muerte que no tuvo miramientos hacia Jenny, Jaime o Emiliano.
"Ese hombre me mira como el buitre mira desde el aire la gallina cocotera", dice Junio, quien hace el papel de Jenny en El país de las mujeres hermosas, la protagonista de una historia que por sórdida el país conoce bien.
Ocurrió en Tame, Arauca, a finales de 2010. Para un país acostumbrado a relatos macabros, este rebasó los límites de lo desagarrador. Antes de matar a los tres menores, los asesinos violaron a la inocente niña.
Como un fantasma que vuelve para contar su tragedia en medio de un jardín zen, Junio describe lo que Jenny y otras mujeres hermosas de este país pensaron, sintieron, vivieron en momentos catastróficos.
Espejo poético
Después de un recorrido por los clásicos y Shakespeare, Hora 25 se aventura en la "dramaturgia del acontecimiento social". A través de cinco monólogos basados en historias reales, el grupo artístico reconstruye la realidad de mujeres víctimas del desplazamiento, el desarraigo "y el abandono causado por más de 50 años de violencia en nuestro país".
Una reinsertada, una suicida, otra que busca sin consuelo a su esposo desaparecido y una más que sufre el desengaño profundo del amor son las heroínas en este montaje sobre anónimas colombianas, hermosas mujeres anónimas.
"Cada caso corresponde a un acontecimiento particular. Se le hace un rastreo etnográfico de investigación, y se va componiendo a medida que nos vamos informando a través de los medios de comunicación", señala el director de la obra, Jorge Iván Grisales, acerca del proceso de investigación.
Fuente creativa
Para Farley Velásquez, codirector y guionista, la obra es una lectura de los acontecimientos nacionales, pero también un camino artístico que se abre para el grupo que preside.
"Esos cinco casos nos invitan a reflexionar profundamente sobre el país, pero también a buscar una dramaturgia propia del grupo", afirma.
Aunque entre sus propósitos estaba tocar temas sensibles, los directores buscaban una obra en la que prevaleciera la vida, donde la poética de las tablas se impusiera sobre la violencia.
"Las contradicciones e incomprensibilidades de este país nos llevaron a pensar una dramaturgia que hablara de los acontecimientos sociales. En principio pensamos hablar desde al mujer", explica Farley.
Según él, este montaje tambien podría hablar de un país de hombres hermosos, pues la violencia y su arrolladora marcha no distingue género. Colombia, por supuesto, habla de ello.
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