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La vida por no pagar 5 mil pesos

LA PARADOJA es que la familia del joven Juan David Delgado, asesinado la semana pasada en La Unión, debe 1 millón por el entierro.

  • La vida por no pagar 5 mil pesos | Róbinson Sáenz | Juan David Delgado Santana (q.e.p.d.), quien residía en la vereda Quebrada Negra, de La Unión, había estudiado hasta segundo de primaria. Su padre dice que, sin embargo, había aprendido a leer los mensajes de texto que le llegaban al celular. Juan David se iba todos los días a las 3:30 de la mañana a trabajar, la mayoría de las veces, en compañía de don José Iván.
    La vida por no pagar 5 mil pesos | Róbinson Sáenz | Juan David Delgado Santana (q.e.p.d.), quien residía en la vereda Quebrada Negra, de La Unión, había estudiado hasta segundo de primaria. Su padre dice que, sin embargo, había aprendido a leer los mensajes de texto que le llegaban al celular. Juan David se iba todos los días a las 3:30 de la mañana a trabajar, la mayoría de las veces, en compañía de don José Iván.
06 de agosto de 2011
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Si Luz Amparo Santana hubiera sabido que a su hijo lo iban a matar por una deuda de 5 mil pesos -reclama ella misma mientras mira con desaliento la foto del muchacho- le habría dado al homicida no 5, sino los 10 y hasta los 20 mil, si fuera el caso.

Más o menos eso es lo que se gana a diario su esposo José Iván Delgado Valencia limpiando potreros, arriando vacas o desenterrando papas en una finca a tres horas de camino, en la fría vereda Las Acacias, del municipio de La Unión.

Juan David, de 20 años y también labrador como sus padres, fue herido el sábado 23 de julio pasado, a pocas cuadras del parque principal.

A eso de las 11:00 de la noche, el joven, al que recuerdan retraído y de ademanes parcos, se tomaba unas cervezas acompasadas de una buena conversa. "En el bolsillo le quedaban 1.100 pesos", hace énfasis doña Amparo.

Aunque mucho es lo que se ha rumorado en el pueblo, a don José Iván le dieron la siguiente versión: "Un muchacho, amigo de él, se le acercó y le pidió los 5 mil pesos que supuestamente le había prestado. Juan David le dijo que no los tenía, que le diera hasta el domingo a mediodía, que es cuando pagan los jornales".

El hombre se acercó entonces a Juan David (declaró el testigo principal) lo abrazó y le clavó una puñalada en el hombro, más exactamente en la pared anterior del tórax, según el reporte médico de la ESE Hospital San Roque, de La Unión. "Mi hijo no la sintió siquiera, solo dijo que se sentía mareado", prosigue don José Iván.

Las otras dos versiones que hay sobre el motivo de los reclamos y de la puñalada no son menos nimios. "Que porque le pegó una patada a un perro, es la segunda hipótesis y, la tercera, que por una mujer", declaró el sargento Clemente Marquínez, comandante de la Estación de Policía de La Unión.

Aunque el arma se hundió cinco centímetros en su cuerpo, Juan David llegó consciente, aunque alicorado, al centro médico. Luego, lo suturaron y lo trasladaron a la Clínica San Juan de Dios, de La Ceja. Durante parte de la noche habló con Luz Amparo.

"Me contó lo de los 5 mil pesos y me pidió que le trajera una mudita de ropa para irse al otro día para la casa", cuenta ella, sentada en una butaca afuera de la casa que hace seis años les prestaron para vivir.

Pero Juan David, de acuerdo al Registro Civil de Defunción, falleció por un paro cardiorespiratorio súbito, a las 11:40 de la mañana del domingo, es decir, 20 minutos antes de que se cumpliera el inexorable plazo que se había puesto para pagar su deuda. Y fue en ese momento en el que comenzó el camino amargo del entierro que, de paso, generó una factura de 2 millones de pesos que todavía no se ha terminado de pagar.

"Muerte por tan poco"
9 de mayo, de 2011. "Pastrana" y "Nacho", dos habitantes de calle, de los que anhelan llenar el estómago con alguna dosis de comida, se pelean por una olla que necesitan para el almuerzo.

La discusión tiene lugar en la carrera 63A con la calle 45, del barrio Naranjal de Medellín. "Nacho", o mejor Nyron Alberto Zapata Pulgarín, cae muerto de una puñalada. "Pastrana" se vuela, no deja rastro ni siquiera de la olla.

Es uno de los casos más recientes que ha llegado al grupo de levantamientos del Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI), de la Fiscalía.

Son muertos anónimos que a lo sumo quedan registrados en la prensa popular y que tienen algo en común: la intolerancia y, por qué no, el disparate.

"A balazos pagó la cuenta en Remedios", se lee en un artículo del periódico Q'hubo , del 20 de agosto de 2008. En esa ocasión el muerto fue el mesero José Leonardo Ruiz Castrillón, cuyo único pecado fue cobrar una cuenta no mayor a 10 mil pesos, según el secretario de Gobierno de la época, Jorge Alejandro Grismaldo Moreno.

Son tragedias que parecen extraídas de un cuento de Evelio José Rosero (léase Las esquinas más largas , en el que un campesino mata a un magistrado, porque éste le lanza un piropo a su bella hija de ojos como "dos lunas negras y lumbrosas").

Pero la realidad es incluso más vasta que la ficción: "Homicidio absurdo por camisa perdida", del 12 de abril de 2007; "Por una cachetada lo chuzaron", del 2 de mayo de 2007. "Por chistes racistas se dieron puñal", del 31 de julio de 2007.

De este crimen, el cronista relata: "Se presume que el motivo de la disputa fue un asunto racial, y a pesar de que ambos tenían piel de ébano, comenzaron a pronununciar frases como 'usted es más negro que yo', entre negros no nos robamos', y 'yo no le como de negro a nadie'".

Hay que decir que el alcohol y los psicoactivos están presentes en la mayoría de los eventos. No es gratuito que en la Navidad pasada, es decir, entre la noche del 24 de diciembre y el mediodía del 25, se contaron en Medellín 850 riñas, según la Policía Metropolitana. Para el Día de la Madre fueron 250.

"Es increíble que la vida cueste tan poquito", es la frase que lanza Sandra Milena Restrepo Escobar, psicóloga y coordinadora General del Programa de Atención al Habitante de Calle, de Medellín.

"Recuerdo el caso de un muchacho que arremetió contra un compañero, desgarrándole el brazo con un puñal, simplemente porque se le comió el aguacate", declara.

Sin embargo, estos casos no son exclusivos de las peleas de andén. Ana Catalina Sánchez Gaviria, jueza Sexta Penal con Función de Control de Garantías, vio llegar a su despacho a un par de esposos que le quitaron la vida a su bebé, a punta de golpes, solo porque lloraba sin cesar. "Si la misma familia no es capaz de tolerar el llanto de un niño, ¿qué podríamos esperar hacia los demás ciudadanos?", se pregunta.

Ana Catalina también pone sobre la mesa una aclaración importante. Y es que el Código Penal Colombiano contempla "agravación", es decir, una mayor pena, cuando el móvil del crimen es fútil: el aguacate, los 5 mil pesos, la olla, la simple intolerancia.

Falta recoger plata
A Juan David lo sepultaron, justo el día de su cumpleaños, con gastos que fueron fiados por la Funeraria La Ascensión, de La Unión. Y es que de la cuenta de 2 millones de pesos que se adeuda, tan solo 1 millón está casi que asegurado por parte del alcalde, Hugo Botero López.

"El día que mi niño murió nos preguntaba la gente por qué el esposo mío no se paraba en una esquina y yo en la otra, para pedir para el entierro", comenta Luz Amparo.

Por la mitad de la bóveda, don José Iván (quien conoció un pupitre solo hasta cuarto de primaria) le entregó al Párroco del pueblo lo que tenía para mercar en la semana: 160 mil pesos. "La otra mitad la regaló el sacerdote. Y la Misa, que costaba 70 mil, nos la dejó gratis".

A la Clínica San Juan de Dios hay que consignar, en los próximos días, 155.983 pesos. Y más el transporte para ir a la Fiscalía, más los tinticos con los que se han suavizado los rezos en las novenas, más el dolor por la ausencia de Juan David, más el miedo de salir al pueblo pues el homicida aún anda suelto...todo eso va sumando.

Porque igual, aunque el dueño de la funeraria no les está cobrando, en algún momento habrá que cancelar. "Donde uno no pague el entierro completo -se duele don José Iván- el muchacho va y se queda por allá penando".

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