Auge, renacimiento, boom o "aumento de la frecuencia respiratoria" como afirma Spiros Stathoulopoulos: desde 2001 el cine colombiano atraviesa, sin duda, su mejor momento.
Una producción en ascenso, tanto comercial como independiente, directores muy jóvenes y talentosos, muchos de ellos menores de 30 años, óperas primas con más taquilla que las producciones de Hollywood, nominación al Oscar, unas 20 películas terminadas que esperan su lanzamiento y muchas otras en postproducción, nuevas empresas productoras, presencia y premios en festivales reservados para el gran cine, calidad técnica, organización, buenas campañas de promoción y un público que tiene en su agenda al cine nacional.
La nueva generación de realizadores se atreve a soñar, a intentar vías diferentes para la existencia de nuestro cine y a desafiar paradigmas como la asegurada taquilla para las producciones estadounidenses. Es el caso de Bluff, de Felipe Martínez que dobló en taquilla a El vengador fantasma, de Nicholas Cage, o de Soñar no cuesta, de Rodrigo Triana, con más espectadores que El código Da Vinci o Piratas del Caribe 2. En 2006, el cine colombiano tuvo la mayor participación de taquilla de la historia.
También sorprende la audacia de directores como Spiros Stathoulopoulos, cuya propuesta absolutamente independiente se aparta de los modelos comerciales.
La producción nacional se mueve, precisamente, en esos dos sentidos: Una opción comercial, popular y de fórmula que de alguna manera garantiza la existencia del sector y que activa la naciente maquinaria y, de otro lado, la apuesta por un cine más personal y de autor que también apoya esa producción.
La existencia de ambas vías, la combinación de las dos (o de otras) es importante y necesaria. Felipe Martínez, por ejemplo, que viene de la publicidad, habla de querer hacer personajes con mayor profundidad. Juan Felipe Orozco, por su parte, que concibe el cine como un trabajo en equipo, no sólo piensa en sus propios proyectos, sino también en apoyar a otros jóvenes. Empresas como Paloalto, Laberinto, Dynamo se destacan por su organización y por las posibilidades que abren.
La Ley del Cine (814/2003) ha sido la plataforma para las nuevas condiciones en las que se produce el cine nuestro. En los últimos tres años el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico ha recibido mil quinientos proyectos, ha apoyado 200 y tiene 60 filmes en desarrollo. El Estado aporta a una producción colombiana el 40 por ciento del costo total que puede oscilar en entre los mil quinientos y dos mil millones de pesos. El resto se obtiene mediante fondos de otros países, coproducciones y apoyos de festivales.
En el país se estrenan en promedio ocho películas al año, lo cual hace pensar en una industria nacional en ciernes. En 1998, Méjico estrenó diez filmes y Europa Oriental, los Estados Árabes y los países escandinavos tienen en promedio una producción que oscila entre diez y 20 nuevas películas por año. Nuestra historia audiovisual ha sido el producto de esfuerzos aislados, de brillos fugaces, de un cine a punto de despegar o a punto de desaparecer. Este parece ser un momento diferente. Nuestro cine se ha ganado el derecho a vivir el proceso de nacer, crecer y reproducirse.
Hoy sería aventurado hablar de un nuevo cine, pues esos nuevos movimientos se han dado en cinematografías con una tradición. Desde la Nueva ola francesa, el Free cinema británico, de los años 60, hasta el Cinema novo de Brasil en los setenta o el Nuevo cine argentino de los noventa, entre muchos otros. Sin embargo, en Colombia, bajo un paraguas común se reúne el esfuerzo oficial, privado, las ganas de muchos directores, y el despertar de muchas vocaciones.
Con cinco de los nuevos y jóvenes directores colombianos, mientras desempacaban sus maletas del Festival de Cannes, hablamos de esta movida del cine nacional, de sus propuestas, del recibimiento que tuvieron sus películas, de los logros y de las necesidades del cine nacional. Ellos son: Juan Felipe Orozco (Al final del espectro), quien logró que su filme se convirtiera en el primer remake de una película colombiana en Hollywood; Felipe Martínez (Bluff), Andi Baiz (Satanás y Hoguera), Ciro Guerra (La sombra del caminante y Los viajes del viento) y Spiros Stathoulopoulos (PVC-1) a quienes se les abrieron puertas en Cannes.
¿Puede hablarse de un nuevo cine colombiano?
Spiros Stathoulopoulos (PVC-1):
"Más que nuevo cine colombiano puede hablarse de una nueva Colombia. El cine y la manera de manejarlo es el reflejo del país. Si determinados puntos de la economía y de la mentalidad de una nación se reestructuran positivamente como con la Ley del Cine (814 del 2003), el complejo industrial también se modifica. El cine nacional presentó en los últimos años un crecimiento excepcional que si se mantiene firme y supera una prueba de tiempo podrá llamarse Nuevo Cine Colombiano".
Juan Felipe Orozco (Al final del espectro):
"No sé si se puede hablar de un nuevo cine colombiano o más bien de un resurgimiento. Hay una nueva camada de directores que mira con otros ojos y que tiene otros ideales, otras pretensiones, con propuestas diferentes y novedosas. Pero, todavía no contamos con la gran película que defina este nuevo momento en el cine colombiano. El recorrido se inicia y nos falta mucho por caminar".
Felipe Martínez (Bluff):
"Da un poco de temor atreverse a asegurar que hay un nuevo cine colombiano, pero yo sí noto que existe una forma diferente de hacer cine, que se interesa por nuevas temáticas, y la manera de filmarlas".
Andi Baiz (Satanás y La hoguera):
"Hay una nueva generación de realizadores que está haciendo un cine que técnicamente (imagen, sonido, factura) es superior al que se hacía antes. ¿Pero un nuevo cine colombiano? No sé lo que eso signifique".
Ciro Guerra (La sombra del caminante y Los viajes del viento):
"Todavía no, porque no hay mayores puntos de encuentro entre las propuestas de los cineastas jóvenes. Hay demasiada insularidad. Tal vez más adelante, a medida que se desarrolle el lenguaje, empiece a sentirse un movimiento fuerte de cineastas con coincidencias éticas y estéticas que de lugar a un "Nuevo Cine Colombiano".
¿A qué cree que se debe este renacimiento del cine colombiano?. A la Ley del Cine (814/03), a la suma de esfuerzos o a las ganas de los nuevos directores?
Spiros Stathoulopoulos: "Cuando se habla de renacimiento se puede pensar que el cine colombiano estaba muerto antes del 2003. El cine funciona como un aparato respiratorio: Colombia nunca dejó de respirar, lo que pasó es que aumentó su frecuencia respiratoria. El renacer no sólo debe medirse en términos cuantitativos sino también cualitativos (artística y/o comercialmente). Hay más películas debido a Ley del Cine y a la producción de cine independiente. Este último no es sometido a procesos de evaluación con el fin de ser considerado para estímulos, pero es un tipo de cine de calidad que complementa las producciones de la Ley de Cine".
Juan Felipe Orozco: "Se debe a la sumatoria de fuerzas, tanto privadas como estatales. Creo que estamos viviendo una oportunidad única, un momento increíble donde muchos esfuerzos y sueños se unen para hacer del cine colombiano una realidad. Por un lado, esta nueva generación de realizadores, alimentados por la democratización de la tecnología, quienes han sabido contar sus historias con herramientas asequibles y económicas. Tenemos, además, un boom de divulgación cinematográfica enorme en las universidades y en espacios culturales y sociales. Está, igualmente, el enorme esfuerzo del gobierno por conformar una verdadera industria cinematográfica gracias a apoyos, estímulos, formación y legislación. Asimismo, la respuesta del público hacia las películas nacionales, el interés internacional por nuestras historias y la mentalidad emprendedora en los nuevos profesionales".
Felipe Martínez: "Creo que la Ley del Cine tiene mucho que ver, pues gracias a ella se creó el Fondo de la Dirección de Cinematografía que hace interesante para los inversionistas privados aportar a películas y recuperar parte de su inversión a la hora de pagar impuestos. Esto ha disparado la producción cinematográfica, ya que es cada vez más fácil conseguir el dinero para hacerlas. Y todo ello sumado a las ganas de los directores, productores, actores, técnicos y demás, ha logrado que se haga más cine colombiano".
Andi Baiz: "Yo diría que el renacimiento se debe a tres factores principales: hay más gente estudiando cine y especializándose en diferentes áreas; las nuevas tecnologías digitales y el internet han brindado más oportunidades y plataformas de creación y exhibición y por último, los beneficios de la Ley del Cine 814".
Ciro Guerra: Es un momento afortunado. Se suman las posibilidades de la Ley con los esfuerzos personales. Se ha logrado subir la cantidad, ahora lo importante es subir la calidad".
¿Cómo se ve dentro de la movida actual del cine colombiano?
Spiros Stathoulopoulos: "Soy parte de la producción independiente, que es el otro tipo de producción que también contribuye al progreso de la industria del cine en Colombia. El cine independiente salta el obstáculo del bajo presupuesto casero usando la recursividad y creatividad. Esto no quiere decir que en otro tipo de producciones no estén presentes estas dos características, sino que el cine independiente no existiría sin estos dos elementos. Ser independiente me ha permitido crear un largometraje ultra-personal con máximo control creativo en la dirección, guión, producción, edición, fotografía, sonorización. Hacer una producción independiente también me permitió usar otro tipo de lenguaje cinematográfico y un contenido controversial, que aunque fue de bajo costo, probablemente no hubiera contado con la financiación nacional o internacional".
Juan Felipe Orozco: "Cuando comenzamos con el proyecto y con la formación de Paloalto Films sólo queríamos hacer cine, y nunca nos imaginamos estar en este lugar. Pero ahora que tenemos la oportunidad de ser partícipes de la creación de una industria cinematográfica nacional y, sobre todo, de servir como motivación para los nuevos realizadores, es algo que me llena de orgullo y de emoción. Las posibilidades que tengo servirán para que los nuevos directores vuelvan a creer en sus sueños. Por ahora, deseo concentrarme en mi carrera, aprender y crear oportunidades para otros realizadores y hacerles el camino más fácil".
Felipe Martínez: "Pues me siento identificado con directores como Juan Felipe Orozco y Carlos Moreno entre otros. Siento que estamos cambiando la forma de hacer cine en Colombia, narramos de una manera mucho más contemporánea, con un lenguaje más agresivo y nuestras películas tienen temáticas que se alejan bastante de las historias que se solían tratar".
Andrés Baiz: "Me veo como un director que quiere hacer cine colombiano, pero no sólo para colombianos. Quiero hacer un cine que impacte internacionalmente".
Ciro Guerra: "Por ahora, me siento como un "outsider", ya que el cine que persigo no está definido por un valor en términos económicos. Me interesan las películas más personales, más significativas, más en busca de algo. Conozco muchos realizadores que comparten esta inquietud, pero no han tenido la oportunidad de estrenar sus óperas primas. Cuando lo hagan, habrá un vuelco significativo en el cine nuestro".
¿Qué le falta al cine colombiano para ser industria?
Spiros Stathoulopoulos: "El cine Colombiano ya es una industria(
). Una industria cinematográfica se constituye por la suma del resultado artístico y comercial de los directores, entre más prolífica sea la industria, más oportunidades tendrá de refinarse artística y comercialmente".
Juan Felipe Orozco: "Hacer esfuerzos conjuntos para que los engranajes funcionen de la mano, tener continuidad en la producción cinematográfica para ganar experiencia técnica y artística, crear una cultura de inversión en cine más madura, atraer más público, entender y explorar los canales de distribución internacional, madurar las relaciones internacionales de coproducción para obtener mejores presupuestos y lograr que técnicos y artistas vivan del cine. No importa si son filmes comerciales o independientes, debemos buscar un cine de Colombia para el mundo. Y lo otro, tal vez lo más importante, es aprender a trabajar en equipo, a compartir experiencia, hacer caminos juntos, para llegar lejos
".
Felipe Martínez: "Creo que se necesita más trabajo en los guionistas; aún faltan guionistas que sólo se dediquen y vivan de esto. Por otro lado, el tema de la distribución sigue pendiente, una vez terminamos las películas no sabemos muy bien qué hacer con ellas".
Andi Baiz: "Para ser industria el cine necesita ser auto sostenible. Sobretodo, se necesitan productores serios y apasionados y un sistema de estrellas taquillero: actores con reconocimiento nacional e internacional".
Ciro Guerra: "Decidir si eso es lo que se quiere. Una verdadera industria cinematográfica genera empleo, impacta el PIB, se mide en términos de dinero e indicadores económicos. Pero esa industria se construye sobre películas chatarra, que se hacen rápido, se venden fácil y se olvidan al día siguiente. ¿Es eso realmente lo que queremos? Personalmente, prefiero que tengamos una cinematografía, que nos cuente, nos enriquezca, nos alimente, antes que una industria, que nos atosigue".
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