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Escarbando la verdad en la tragedia de Amagá

EL VIENTRE DE San Joaquín ardía de calor. Mineros y Secretaría de Minas sabían de las elevadas temperaturas, las mismas que llevaron a Ingeominas, en noviembre de 2008, a advertir sobre riesgos de incendio en el socavón.

  • Escarbando la verdad en la tragedia de Amagá | Archivo Manuel Saldarriaga | Según Nicolás López Correa, secretario de Minas de Antioquia, el programa de fiscalización minera desarrollado al interior de esa dependencia se encuentra certificado por el Icontec con la norma NTCGP1000-2004. El último informe sobre la mina San Joaquín tiene fecha 12 de marzo de 2010 y fue respondido por la empresa el 17 de junio de 2010, o sea un día después de la tragedia.
    Escarbando la verdad en la tragedia de Amagá | Archivo Manuel Saldarriaga | Según Nicolás López Correa, secretario de Minas de Antioquia, el programa de fiscalización minera desarrollado al interior de esa dependencia se encuentra certificado por el Icontec con la norma NTCGP1000-2004. El último informe sobre la mina San Joaquín tiene fecha 12 de marzo de 2010 y fue respondido por la empresa el 17 de junio de 2010, o sea un día después de la tragedia.
03 de julio de 2010
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Apenas aterrizan y sienten el vacío que dejó en sus vidas la muerte de sus 73 compañeros en la mina San Joaquín, de Amagá, que es como su segundo hogar. Tres mineros, que prefieren el anonimato por razones de seguridad, afirman que el laberíntico socavón empezó a convertirse en un infierno, desde abril de 2009, cuando se incendió un tramo de la mina y se taponó el ventilado callejón que los comunicaba con otra unidad de explotación llamada Apique III.

La versión se escucha en cualquier esquina de un municipio en el que el 60 por ciento de sus 32.000 habitantes vive, directa o indirectamente, de la minería. También en predios de la alcaldía y en el hospital se da cuenta del calentamiento de la mina principal de Carbones San Fernando, propiedad en un 98 por ciento de Genercauca. El calor era insoportable. A veces bastaba internarse 800 metros para que la cara ardiera. Las botas se inundaban con el sudor. La piel picaba y aparecían en ella nacidos. Y muchos dejaron de entrar comida para privilegiar los hidratantes líquidos.

La acumulación de gases y las elevadas temperaturas alarmaban a los mineros. Entre ellos comentaban que la mina era un polvorín. Unos, atemorizados, renunciaban. La mayoría se quedaba y se acostumbraba al riesgo, porque los acosaba la necesidad de entrar el mercado a sus casas. Es el precio de la miseria y de la falta de oportunidades, comentan.

La evidencia técnica de que algo andaba mal la dio, por partida doble, la Secretaría de Minas de Antioquia. El 30 de junio de 2009, día de la visita de fiscalización, la mina tenía 290 mineros y producía al mes 15.000 toneladas.

La acumulación de gases, reporta el funcionario competente, estaba en los límites permisibles. "Sin embargo, en cuanto a la climatología al interior de la mina se encontró que se tienen temperaturas secas con altos niveles de hasta 34,7 grados centígrados (frente Bajada, minador) o de 33,6 grados centígrados (tajo en explotación), lo que hace que en estos frentes de trabajo se deban tener menores tiempos de permanencia del personal, teniendo por ejemplo que el tiempo de permanencia para una temperatura efectiva de 30 grados centígrados debe ser máximo 4 horas".

En consecuencia, el experto recomendaba a los abogados de la Secretaría de Minas que requirieran a Carbones San Fernando para que mejorara la ventilación de la mina o redujera el tiempo de permanencia de los trabajadores.

El visitador técnico también notó que "las grandes presiones en techos, paredes y pisos en algunos lugares de la mina han hecho que los soportes utilizados para el sostenimiento (puertas, marcos, etc), no funcionen efectivamente, y no evitan la deformación de las labores subterráneas, encontrando zonas donde se ha reducido el área inicial, teniendo posibilidad de producirse derrumbes en zonas puntuales, lo cual unido a que la mina solo presenta una entrada-salida, hace de esto un latente riesgo para el personal minero".

No era la primera vez que la palabra riesgo aparecía en un documento oficial. El 11 de noviembre de 2008 se presentó en la mina San Joaquín una inundación, cuando un grupo de mineros buscaban conectar dos frentes de producción. Ellos, el topógrafo y el perforador, sabían que arriba había mucha agua, recuerda uno de los mineros. "El tambor se reventó y arrasó con todo". Sus compañeros murieron ahogados y destrozados por una mole formada de rocas, carbón, madera y lodo.

La Estación de Apoyo y Salvamento Minero de Ingeominas en Amagá atendió la emergencia, en la que fallecieron cinco trabajadores. En el informe oficial, rotulado EAS 043, se lee que dentro del túnel, en especial al inicio del tramo de la diagonal uno, la temperatura se elevaba hasta los 35 grados centígrados, lo cual generaba un alto riesgo para el personal y riesgo de incendio al interior de la mina.

El Ingeominas también recordó, en el mismo informe, que con la del 11 de noviembre de 2008 ya eran tres las emergencias que, en los últimos años, "han puesto en alto riesgo las vidas de los trabajadores. En el año 2006 se presentó una explosión de metano al interior de la mina (Apique 3), en donde el saldo trágico fue la muerte de un trabajador". A renglón seguido se relata que "el día 19 de septiembre de 2008 se presenta un incendio al interior del segundo nivel banda, en donde no se tuvo víctimas fatales y cuya solución fue inundar el frente donde se evidenciaba el incendio".

Este documento reposa en el expediente del título minero 11338, de la mina San Joaquín, en donde convive con el último informe de fiscalización de la Secretaría de Minas de Antioquia, fechado 12 de marzo de 2010, que muestra otro rostro de una mina que funcionarios de la gobernación han presentado, públicamente, como el modelo de mostrar en el departamento.

La inspección técnica se hizo el 1° de marzo de este año, cuando tenía 52 personas en la administración, 486 obreros y una producción mensual de 13.000 toneladas. Las temperaturas seguían siendo elevadas, por encima de los 33 grados centígrados en algunos sitios, lo cual llevó al especialista a decir que "la climatología dentro de la mina San Joaquín no ha mejorado mucho desde la anterior visita en junio de 2009, teniéndose aún la misma entrada y salida de aire en la mina".

La explotación se calificó como "técnicamente aceptable y de forma racional, pero se debe mejorar en la parte de seguridad y condiciones de climatología de la mina".

Así está escrito en el informe oficial de la Secretaría de Minas del 12 de marzo de 2010. La tragedia, que acabó con la vida de 73 mineros, ocurrió el 16 de junio de 2010. Y al día siguiente, o sea el 17 de junio, el Superintendente de Planeación y Operaciones de la mina San Joaquín, Mario A. Alzate, le escribió a la directora de Titulación Minera, Mónica María Vélez Gómez, para hacerle aclaraciones al informe de la visita de fiscalización efectuada 108 días atrás. Esto dijo:

Que la medición de la concentración de gases seguro está por encima de los niveles permisibles cuando se hacen voladuras, pero terminadas las quemas el monóxido de carbono en la atmósfera seguramente no marca más de 10 partículas por millón (ppm). Igual ocurre, anotó la empresa, con las partículas de bióxido de carbono.

Que la presencia del gas metano se debe a la aparición de varias fallas geológicas, que permiten la emanación repentina. Por prevención se hace su monitoreo las 24 horas del día y se cuenta con un flujo de aire de 6,0 metros cúbicos por segundo, que diluye rápidamente concentraciones de metano de hasta 10 por ciento, bajándola a niveles permisibles.

Que se han hecho mejoras en la cantidad y calidad del aire que ingresa a la mina, logrando bajar dos grados efectivos la temperatura efectiva, de lo cual tienen los registros diarios.

Que el día de la visita no se habían terminado algunos trabajos de mejoramiento del circuito de ventilación, los cuales culminaron el 8 de marzo de 2010. Las condiciones ambientales mejoraron y eso se ve en los registros y en la percepción de todo el personal que labora en la mina.

Que para la salida del aire viciado la mina cuenta con una nueva salida por la mina Apique III, que se construyó para el retorno de la ventilación de San Joaquín y como vía de emergencia y/o evacuación de ambas minas.

Y que el proyecto de ventilación definitivo, entre las minas San Joaquín y La Selva, está actualmente en ejecución.


¿Qué sigue?
Documentos como los anteriores serán revisados por cuatro grupos de investigadores que tienen la responsabilidad de esclarecer las causas de la muerte de los 73 mineros de San Joaquín.

La Fiscalía parte de un presunto delito de homicidio culposo, en un proceso que puede tomar hasta nueve años, lo cual no indica que ese vaya a ser el tiempo del mismo. La aseguradora de riesgos profesionales, Positiva, debe establecer las responsabilidades en este accidente de trabajo. La empresa misma busca, como los demás, saber qué pasó. La investigación más publicitada es la ordenada por el Presidente de la República, que debía rendir su informe en 15 días, los cuales ya pasaron, y que está a cargo de personal de Ingeominas, Ecopetrol, la Secretaría de Minas de Antioquia, el Minminas y Carbones San Fernando.

Por sus ojos pasarán folios y más folios, incluyendo los reportes de las necropsias, que ponen entre las causas prevalentes del deceso de los 73 mineros la anoxia histotóxica y la asfixia por gases metano y monóxido de carbono. No hay un patrón único en los cadáveres. En un primer grupo fueron particularmente notables las quemaduras en la mayor parte del cuerpo. En un segundo grupo las quemaduras eran mínimas y su muerte se asocia más con letales gases. Un tercer grupo, situado más al fondo de la mina, también mostraba cuerpos muy quemados y politraumatizados.

Nada de eso vio directamente Medicina Legal, en la escena del accidente, porque sus funcionarios no estaban formados en salvamento minero. Los compañeros de los mineros sí vieron todo ese dantesco cuadro, de amigos calcinados y mutilados.

"No derramamos lágrimas, dice uno de los mineros, porque estábamos desesperados por sacar a nuestros compañeros para que sus familias los enterraran. Eran 73 amigos. Con todos recoché. Ellos eran el aliciente para entrar a la mina, que es como un segundo hogar para nosotros. ¿Que vamos al psicólogo? Para qué. Este es el diario de la vida".

Mañana: Habla el gerente General de Carbones San Fernando.

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