x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

language COL arrow_drop_down

El "Manco" se encerró 25 años

Jaime "El Manco" Gutiérrez, toda una gloria del fútbol de los años 50, falleció en el más completo abandono. La historia se repite.

  • El "Manco" se encerró 25 años | Henry Agudelo | Jaime el "Manco" Gutiérrez fue el mejor jugador criollo en 1953. En esta casa, olorosa a orín y óxido, vivió sus últimos días. Ahí se encerró durante 25 años.
    El "Manco" se encerró 25 años | Henry Agudelo | Jaime el "Manco" Gutiérrez fue el mejor jugador criollo en 1953. En esta casa, olorosa a orín y óxido, vivió sus últimos días. Ahí se encerró durante 25 años.
23 de octubre de 2010
bookmark

Jaime Gutiérrez García, el más destellante jugador de fútbol criollo de la Colombia de 1953, terminó sus últimos días comiendo en el mismo plato de plástico en el que sus ocho gatos lamían la ración.

Desde hace más de 25 años había decidido encerrarse en una casa a medio construir, de paredes enmohecidas y rucias, cuya puerta principal se levanta en tablas pegadas con puntillas.

Nunca permitió que alguien entrara. Sólo los gatos y las palomas que aterrizaban en el armario del cuarto -oloroso a orín y a herrumbre-, tenían permiso.

Jaime se sentía anegado. Era como si hubiese querido rechazar de tajo todo lo que tuviera que ver con fama o con pasado. "Una vez yo le dije, tío, déjeme ver las fotos y los recortes de periódico que tiene ahí guardados. Muéstreme cómo era usted", le decía Vivian Gutiérrez, uno de sus sobrinos.

Pero no. Jaime contestaba con un resoplido, con un "déjeme eso quieto". Vivian esperaba a que el tío se durmiera y entonces, a escondidas, se ponía a leer los perfiles que los cronistas deportivos de hace 50 años, escribían en honor al "crack".

Fue como repetir la historia de su padre. Cuando Jaime era un niño, el viejo Leonardo Gutiérrez Calderón, un señor buen mozo y de ojos azules, abandonó a la familia entera y se fue a vivir íngrimo solo. No quiso volver a saber de nadie más.

Y eso le pasó a Jaime. Sólo hasta hace un par de años, cuando se vio muy mal, fue que permitió que su cuñada Marta Evelia Taborda, le pasara todos los días la comida por un pedacito de la ventana que da a una calle del barrio Enciso, en Medellín.

Ni siquiera hacía pasar a su amiga de toda la vida, Loida Rodríguez Villa. Ella, con más de 70 años, se paraba sobre una piedra a conversarle por entre las barras de hierro, a veces con el peso del sol en la espalda. "Yo podía estar juagada en sudor, pero no, él no me dejaba entrar", dice.

Ahora que Jaime se murió fue que su familia pudo conocer, a fondo, el espacio en el que el más terco de los hombres vivió su clausura.

A la construcción principal la circunda un amplio solar en el que se ha propagado la maleza. El inodoro y la ducha parecen haber sobrevivido a un derrumbe y al tiempo. Todo está cubierto de polvo.

Al lado de un colchón mugriento, se alza el armario con las únicas pertenencias de Jaime: dos lápices, una botella de alcohol antiséptico, un maletín de cuero estilo años sesenta, un saco de esos que en Antioquia llaman "cachaco", dos camisas y un pantalón.

Debajo de todos esos vestigios, como escondido, se descubre un portarretrato. Es la foto apolillada de una jovencita peinada de lado, con cuello de encaje y una cinta que hace las veces de corbatín.

Aunque sus familiares dicen no saber de quién se trata, a Loida esa cara sí se le hace conocida. Es Ana Elisa Montes, la difunta esposa de Jaime. "Él nunca pudo superar esa muerte. Ese evento influyó para que Jaime se arrastrara de esa forma", se aventura a decir Loida.

Era el año de 1956 y Jaime estaba en lo más alto de su carrera. Estaba a punto de quedar campeón con el Deportes Quindío y ya era reconocido, hasta por el mítico Alfredo Di Stefano, como uno de los criollos más refinados.

Ana Elisa estaba encinta y no había querido tener el niño, esperando y esperando a que Jaime regresara de sus compromisos futbolísticos. Cuando ya se vio libre, Jaime viajó a Armenia a presenciar el alumbramiento del niño. Pero el vuelo se retrasó -recuerda Loida- y entonces cuando llegó al hospital su esposa y, de paso su hijo, ya estaban muertos.

La fuerza un tigre
A Jaime le decían el "Manco" porque nació con una deformación en los dedos de la mano derecha. Fue el 29 de febrero de 1930 que vino a este mundo para jugar fútbol. Nació moreno, de pelo ensortijado y así, tan anónimo como los demás, comenzó a abrirse campo en los potreros del barrio Sevilla, de Medellín, de la mano de otro que al final brilló por cuenta propia: Humberto el "Turrón" Álvarez.

Y aquí es donde vienen los años que Jaime borró a empellones de su memoria. Su debut fue en un equipo al que llamaban El Deportivo. Luego pasó a Huracán, posteriormente, en 1956, al Quindío campeón. En 1957 vino a juntarse al Deportivo Independiente Medellín de René Seguini, también campeón.

Jaime daba zancadas seguras, como de tigre. Eran pasos hercúleos soportados en una espalda arqueada y maciza. "Era un jugador inteligente y muy vivo para el gol. En la selección Colombia (Eliminatoria del 58) jugó como número nueve. En ese mismo puesto estuvo en el Suramericano de Lima (Perú) en el 57", se acuerda el periodista Hernán Peláez.

Jaime fue el primer colombiano en ganar el botín de goleador. Y fue el hombre que hizo el primer gol en la historia del estadio Atanasio Girardot, en un partido entre Nacional y Alianza Lima, de Perú (19 de marzo de 1953).

Era la época en la que los aficionados se iban a las manos discutiendo quién era el mejor. Según una crónica publicada el 8 de marzo de 1952, en El Diario Gráfico , una de esas reyertas estuvo a punto de darse cuando el dirigente argentino Alfredo Cuezzo se atrevió a decir, en un café llamado Bucana, que el "Manco" era el mejor del país. Los contradictores sostenían a pie juntillas que no, que el bendecido por los dioses era el "pelicrespo" de "Carlitos" Arango.

El "Manco" Gutiérrez llegó a una fama tal, que cuando salía de la casa de sus primos en el barrio Campo Valdés, se demoraba horas para llegar al Centro, pues las muchachas bonitas no dejaban de pedirle autógrafos.

Era creído. Su primo Luis Eduardo Gutiérrez dice que el "Manco" se quedaba dos horas en el baño. "Entraba que la peinillita, que el alicatico, que una tijerita, que para cortarse por aquí, que para cortarse por allá", dice.

Si por ese entonces el salario mínimo estaba por los 16 pesos semanales, el "Manco" se ganaba 600. Era tan organizado, que llevaba un diario en el que planificaba su vida: "Luisito, mi sobrino, me debe una pantaloneta que el mar le ahogó. Mañana tengo que pagarle 2 pesos a María", escribía.

Pero el "Manco" se fue quedando solo y los fracasos le fueron royendo el semblante. "Se le fue corriendo la teja. Comenzó a tomar trago y así, así hasta que se lo llevó el 'Chucho'", dice Luis.

Ocho días antes de su muerte, Jaime debió ser hospitalizado en la Clínica León XIII. Su historia médica dice que padecía de desnutrición crónica, sídrome edematoso, ascitis, derrame pleural, escaras en la piel, inmovilidad, demencia senil, y una larga lista de enfermedades que aquí no cabrían.

En medio del delirium, el "Manco" le mandaba razones a su cuñada Marta: "no me deje solo, tráigame la papita rellena que a mi me gusta", decía. Y Marta le contestaba: "Jaime, usted sabe que yo tengo dos hijos discapacitados en la casa y no me puedo quedar todo el día".

El 12 de octubre, el "Manco" llegó al asilo Dios es Amor del barrio Boston. El sábado siguiente, a las 2:00 de la tarde, a Loida le avisaron lo ineluctable, lo que ya todos esperaban.

Cuando Loida llegó, vio a Jaime ya cubierto con una sabanita blanca y entonces pensó: "La vida si no es nada. Tanto orgullo y tantos afanes para esto".

¿Buscando trabajo?
Crea y registra tu hoja de vida.

Te puede interesar

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD