Que el fútbol es el deporte rey nadie lo discute. Pero, ¿cuál es la función social que cumple en Colombia?, ¿es posible determinar si ha sido un factor importante en la reducción de los índices de pobreza en regiones fuertemente golpeadas por la desigualdad?
La Unicef no duda en responder a estos cuestionamientos con un sí y, por eso, desarrolla distintos programas para que, a través de este deporte, los niños crezcan saludables, adquieran valores cívicos, disciplina y se alejen del crimen y los vicios.
Hace unos días en una nota del diario El País de España, Martha Laverde, experta en educación del Banco Mundial, entidad que trabaja de la mano con la Unicef, aseguró que el fútbol es un excelente medio para instalar en la cultura emociones como "la confianza, el respeto, la felicidad, la compasión, la solidaridad, la empatía y el amor. Y el desarrollo de estas competencias es esencial para la formación de los jóvenes en situación vulnerable".
En Colombia, al analizar el asunto es necesario dejar a un lado el tema de las barras bravas y las pasiones. Mostrar casos específicos en los departamentos y las ciudades.
"No me cabe duda que hoy el fútbol no es el mismo de antes al que llegaban futbolistas sin educación. El niño que estudia, se prepara para ser profesional y generar recursos económicos que circulan en la sociedad. El fútbol le da una opción para salir de la pobreza", dice el técnico de Nacional Juan Carlos Osorio.
En el país hay varias iniciativas gubernamentales y privadas. El gerente de Indeportes Antioquia, Mauricio Mosquera, destacó la labor del club La 25 de Esteban Escobar en Urabá: "con inversión privada aplica programas de desarrollo que incluyen entrenamiento, educación formal, asistencia social, apoyo sicológico y evaluación continua".
En Medellín, según cifras de la Alcaldía, el impacto social del fútbol se tradujo en 620 clubes y 14.000 practicantes oficiales. Además en las 57 Escuelas Populares del Deporte para jóvenes entre los 6 y 21 años, que también recogen otras disciplinas.
Las aspiraciones de los niños cuentan mucho. El querer ser como Messi, Cristiano Ronaldo o Falcao, entre otros, les permite tener metas.
El niño cartagenero Wilson Andrés Nobles, el de la foto que le dio la vuelta al mundo con una camiseta rayada marcada con el número 9 y el nombre de Falcao en su espalda, y al que después el diario El Universal de Cartagena le envió la camiseta original, es un claro ejemplo de esta situación.
"Esto es lo mejor que me ha pasado y sé que puedo llegar a ser futbolista", dice hoy a sus 12 años.
Wilson ya se trazó ese objetivo para darle mejores condiciones de vida a su familia y hoy combina sus estudios con la labor de recogebolas en muchos torneos de fútbol de Cartagena.
El proyecto más organizado y valorado en el país es "Fútbol con Corazón". Iniciativa que promueve un modelo de cambio, a través de la convocatoria de este deporte, para proveer nuevas oportunidades de vida a más de 2.000 niños, niñas y adolescentes entre los 5 y 17 años de edad, que viven en comunidades vulnerables.
Este programa es apoyado por el Banco Mundial.
La forma de que los jóvenes se interesen por los valores depende mucho de la metodología y la de este programa es sencilla.
Se realizan partidos de fútbol con acuerdos preestablecidos, se juegan tres tiempos sin árbitros, los equipos son de tipo mixto -niños y niñas-, todos los integrantes deben participar del juego (no hay suplentes), y el primer gol válido de los partidos lo debe anotar una mujer, en una muestra más de inclusión.
Así se les inculca valores como la tolerancia, la solidaridad, el respeto y la honestidad y se les da las herramientas para que si algún día no pueden ser futbolistas sí tengan éxito en otras profesiones
Pico y Placa Medellín
viernes
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