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El Caguán, ilusión romántica

Diez años después, el Caguán nos enseña que es mejor negociar fuera de Colombia, sin micrófonos, sin shows, con una agenda gubernamental seria y clara, y bajo cese el fuego de todos los alzados en armas.

  • El Caguán, ilusión romántica
18 de febrero de 2012
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Las negociaciones en el Caguán fueron una ilusión romántica.

Casi todo el pueblo colombiano estaba cansado de sumar muertos y secuestrados por culpa de la alianza entre insurgentes, autodefensas y narcotraficantes.

Nos emocionamos al ver la foto de alias Manuel Marulanda con el candidato Andrés Pastrana de camiseta amarilla. Pastrana quería ganar la Presidencia en la segunda vuelta electoral. Y lo logró.

La silla que dejó vacía Marulanda, el 7 de enero de 1999, fue un campanazo de alerta de que las cosas no iban a funcionar.

¿Debió el Presidente Pastrana posponer la ceremonia hasta cuando Marulanda se comprometiera a sentarse en dicha silla? Creemos que sí. Claro que es más fácil ser historiador que profeta.

Lo que nos aterró desde los primeros momentos fue la generosidad del Gobierno al despejarles a las Farc 42.000 kilómetros cuadrados, la extensión de Suiza, por ejemplo.

Y luego llegaron más desagradables sorpresas. La salida de la Institucionalidad: del Batallón Cazadores del Ejército, de la Policía, de la Justicia toda. Las Farc controlaban las carreteras, el aeropuerto de San Vicente del Caguán y el propio municipio, además de los otros, localizados en esa inmensa zona de distensión.

Mientras los civiles llegábamos con papel y lápiz, los guerrilleros nos recibían con sus metralletas de última generación, y con ellas se sentaban a la mesa de los diálogos.

Creemos que las Farc tenían su agenda desde antes de ese 7 de enero y que el Gobierno de Pastrana no la tenía.

Por eso, las Farc podían secuestrar con tanta facilidad y movilizarse en vehículos nuevos, robados a quién sabe quién. Por eso todavía tienen sus campos de concentración, en donde hay Policías y Soldados y, muy seguramente, civiles. Todos ellos muriendo en vida en la selva.

Para agosto de 2001, las Farc querían una Constituyente en tierras colombianas, sin desmovilizarse, sin cese el fuego, ni de ellas ni de los otros grupos alzados en armas.

Y uno de los líderes de ese grupo se paró de la mesa, en algún rincón de la zona de distensión, cuando alguien les pidió que abandonaran el narcotráfico para tener un mínimo de base legítima para poder seguir dialogando.

Cuando en febrero de 2002 hicieron aterrizar un avión en una carretera de El Hobo, Huila, para secuestrar al senador Jorge Eduardo Géchem Turbay, el Presidente Pastrana clausuró los diálogos.

Consideramos, sin embargo, que el Presidente les dio a las Farc demasiado tiempo para replegarse y que por eso siguen teniendo sus cárceles tipo "gulags" en zonas limítrofes con países vecinos.

¿Está cerrada con candado la posibilidad de un diálogo que pueda conducir a una negociación? No. Pero con condiciones que deben cumplir antes de llegar a él, teniendo en cuenta que, cada vez más, las Farc actúan en unión con todos los grupos violentos que hay ahora en el país. Estas condiciones son:

Cese el fuego, entrega, sin condiciones, de todos los secuestrados, sean miembros de la Fuerza Pública o civiles, y compromiso de eliminar la extorsión.

Desminado de todo el territorio colombiano. Esa labor la tienen que hacer todos los violentos que las han sembrado.

Entrega de toda la información que guardan sobre el narcotráfico: dónde hay siembra de alucinógenos, dónde están los laboratorios de procesamiento, quiénes proveen los precursores químicos, quiénes sacan la droga procesada, quiénes entran armas, y cuáles son los métodos y caminos de este canje.

Esta petición no es la primera vez que la hacemos:

Cuando se desmovilizaron las Auc, escribimos un editorial en el que le decíamos al gobierno del Presidente Uribe que debería haber exigido la entrega de toda la información de los eslabones del narcotráfico.

Hay que reconocer que el Presidente Pastrana le dio un fuerte impulso al Plan Colombia y al mejor entrenamiento de la Fuerza Pública.

El expresidente Álvaro Uribe siguió con dicho plan y aceleró dicho entrenamiento.

Mantuvo en su gobierno de 8 años lo que dijo desde que fue elegido en 2002: Corazón grande, mano tendida y pulso firme.

Intentó diálogos poniendo como facilitadores a Piedad Córdoba , entonces senadora, y al presidente venezolano Hugo Chávez. Sacó de la cárcel a Rodrigo Granda , por petición de las Farc y del gobierno de Francia.

Se negó al despeje de Florida y Pradera porque son zonas estratégicas para los violentos.

El expresidente Pastrana ya habla de tener diálogos en el exterior, sin micrófonos.

Es que el Caguán dejó muchas lecciones sobre hechos, procedimientos y circunstancias que no se pueden repetir.

La Colombia de buena voluntad, que es la gran mayoría, quiere la paz integral, pero dentro de un marco de institucionalidad y dignidad.

Quiere la paz, pero sabe que el cómo es más importante que el qué, en especial cuando se habla de diálogos que puedan conducir a la paz integral, el sueño de todos o, mejor, de casi todos.

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