A oscuras, con las puertas cerradas y sin feligreses, pero no vacía, no sin vida. Afuera, por las calles Ecuador y Venezuela, bullicio. Adentro, el silencio lo rompe el murmullo y los pasos de Ovidio Marulanda , el sacristán y celador suplente de la Catedral Basílica Metropolitana, esa construida con 1.120.000 ladrillos cocidos y diseñada por el francés Charles Émile Carré .
El timbre, escondido en la centenaria pared, alerta al sacristán que hay gente en la puerta que, al abrirse, revela el corredor que separa la Sacristía de la Sala Capitular, pero hasta ahí solo aparenta ser un caserón. Es en el pasillo entre la sacristía y el altar lateral donde de verdad se siente que se está viendo la Catedral por donde la minoría la ve.
“Ahí están los cuadros”, señala Ovidio mientras prende las luces y aparece monseñor Jesús María Marulanda, “alma de la construcción de la catedral”, reza en la leyenda bajo el retrato de quien estuvo encargado de la construcción.
Va de retro
“Exclusivo para sacerdotes, seminaristas y empleados de la basílica”, dice el letrero en letras negras y fondo amarillo que sirve como última defensa a quien quiera pasar allí donde pocos entran.
En la Sacristía están los otros cuadros, todos y cada uno de los rostros de quienes fueron arzobispos de Medellín están allí, inmortalizados.
Este espacio, donde se guardan los elementos necesarios para cada misa, permanece casi intacto desde la edificación de la catedral.
“Ellos vienen se cambian y se preparan aquí”, dice Ovidio mientras intenta abarcar con su mirada el espacio donde reposa, en su mitad, la mesa de sacristía, tallada en cedro negro, con cajones para cada uno de los canónigos que trabajan.
“Aquí se arrodillan antes y después de la eucaristía”, comenta el sacristán, señalando el reclinatorio.
De la Sacristía al Altar Mayor hay unas cuantos pasos, y tras este, el coro capitular o la Sillería de los Canónigos, construida entre 1928 y 1932. Son 54 asientos que “se llenan en ocasiones muy especiales”, aclara Ovidio. Sobre ellos, tres vitrales, diseñados por el italiano Giovanni Buscaglione.
Al otro costado no hay tanta acción. Está el Mausoleo de los Obispos, con ocho de ellos enterrados allí y un camino que lleva al Museo de Arte Religioso que se creó en 2005, pero que está cerrado al público.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6