Investigadores encontraron que un pájaro, el arrendajo euroasiático de la familia de los cuervos, es capaz de compartir la comida con su pareja según los gustos de esta, lo que abre la discusión sobre su capacidad de reconocer y entender la vida interior y los estados sicológicos de los otros.
El estudio fue realizado en el laboratorio del profesor Nicola Clayton del Departamento de Sicología de la Universidad de Cambridge y fue publicado en el journal Pnas.
Los investigadores estudiaron pájaros en pareja y otros separados de las hembras. Estas fueron alimentadas con una de dos larvas determinadas, que son de todo el gusto de estas aves, como el chocolate en los humanos, permitiéndoles a los machos observar desde un compartimento adyacente con ventana transparente.
Cuando las parejas fueron reunidas y se les presentó la opción de las dos larvas, los machos eligieron para alimentarlas la que no les había sido dada a sus parejas, un cambio en la dieta muy bien recibido por la hembra.
Mediante distintas pruebas con varios tipos de alimento y acceso visual a las hembras durante la alimentación, los investigadores demostraron que los machos sabían que sus parejas estaban saciadas con un tipo de larva y eligieron el otro tipo una vez estuvieron juntos.
Esto demuestra que los patrones para compartir de ellos no fue una respuesta a la conducta de su pareja indicando su preferencia sino una respuesta al cambio en su estado interno.
“Nuestros resultados abren la posibilidad de que estas aves son capaces de atribuir deseo a sus parejas, reconociendo en los otros una vida interior como la propia”, dijo Ljerka Ostojic, quien condujo la investigación.
“Asignar estados internos a otros individuos requiere el entendimiento básico de que otros son distintos de uno y que los estados internos de esos otros independientes de los propios”.
Cuando no hay ocasión de alimentar la hembra, los machos escogen entre los dos según sus propios deseos. Solo cuando podían compartir con ella se desentendían de sus propios deseos y seleccionaban la comida que la hembra quería.
Esta situación creen los investigadores, puede ser importante para especies que viven en uniones duraderas. Compartir comida es una forma importante de cortejo en los arrendajos, por lo que la capacidad de determinar cuál alimento desea su pareja puede aumentar las chances del macho de ser valioso como pareja.
Como en los humanos, les dan un regalito, un manjar que ellas agradecen.