La firma de Débora Arango ya no está solo en sus obras. Las seis letras están en seis lugares. A este lado y al otro también. Ahora viaja en el Metro, en el Tren de la Cultura.
Después de que se cierran las puertas, fragmentos de obras de la artista de Envigado acompañan el viaje. La Ceiba de La Playa, Los voceadores, El velorio, Los coches. Son 12, en total. Ahí en las paredes de tres coches. Cada una tiene su ficha técnica. De todas maneras es una exposición que se mueve de acuerdo con su viaje.
El tren, el programa que le hace homenaje a personajes de la cultura, llega con Débora al décimo tercer coche. Ya están Botero, Barba Jacob, Francisco Antonio Cano, Pedro Nel Gómez, León de Greiff, Epifanio Mejía y otros más.
"Es muy importante que las nuevas generaciones conozcan a estos maestros", dice Iván Darío Upegui, jefe de gestión social del Metro.
Débora es la primera mujer que va a rodar. Será "una viajera permanente", anota María Mercedes González, directora del Museo de Arte Moderno, mientras añade que es una manera de ver la ciudad de hoy y, al tiempo, verla desde la conciencia crítica de Débora. "Una conciencia que sigue vigente".
La intención es que las personas se antojen de conocer a la artista e, incluso, cambien su ruta, cuenta Upegui: se bajen en la estación, caminen hacia el Mamm, donde está la obra de la artista, y la terminen de conocer. "El tren es solo el abrebocas".
Para el homenaje se convocó a 11 artistas antioqueñas para realizar una obra que ya está en Industriales. La elegida fue la de Patricia Bravo, Las ilusiones son efímeras y los colores eternos. "Era una gran responsabilidad. Durante el proceso de investigación pensé cómo lograr un homenaje que mostrara mi admiración y respeto".
El concepto lo trabajó a través de la libertad. "Esa fue su máxima consigna". Dos maneras, entonces, de encontrarse con esa Débora que siempre está retando al espectador.
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