Quien dude de las capacidades de las mujeres en todo ámbito, está en medio del siglo XIX todavía y no tiene conciencia del aporte que ellas han hecho a la sociedad, y en lo público con más veras.
Acaba de sancionarse una ley que obliga a que los partidos incluyan dentro de sus listas mínimo 30% de representación masculina o femenina, pero sabemos que fue redactada para uno de los géneros, porque lo que se viene buscando desde la Constituyente de 1991, a petición de grupos feministas, es que se abrieran espacios políticos pero de manera obligatoria.
Esto además no es nuevo, e incluso funciona con mayor imposición: en América Latina hay países (Costa Rica) en los que se obliga a cuotas de 50%. Es decir los partidos tienen que meter a la fuerza mitad hombres y mitad mujeres en sus listas. La presencia de dirigentes está reglada por el género, no por las capacidades ni la preparación y mucho menos, por la vocación de quienes participan.
En Colombia se tienen que generar espacios de inclusión social, tanto a hombres como a mujeres y formar semilleros de servidores públicos con vocación, que lleve a que si en un momento tenemos 90% de mujeres elegidas en una corporación, lo recibamos con beneplácito porque corresponde a un proceso de participación con garantías, pero voluntario. Esa es una tarea por la que deben responder los partidos políticos por supuesto, pero también los colegios, las universidades, las iglesias, las ONG, entre otros actores.
El escenario de este año es penoso: algunos partidos sacaron de sus listas a candidatos porque se subía el porcentaje de varones. ¿Los reemplazaron con las mujeres más idóneas? La respuesta es no: llenaron esos cupos por obligación.
En todo caso, ahora que la ley existe, los congresistas deberían considerar que esta sea una disposición transitoria hasta crear cultura de participación femenina, porque de lo contrario en la próxima reforma política se subirán los porcentajes de cuota, mientras que no se hace nada socialmente por abrir espacios.
Muchos podrán preguntarse por qué digo que esta es una cuota machista. ¿No lo es al considerar solamente participación del 30%? ¿Por qué no de 50% o de 80%? El reconocimiento a la mujer no debe venir de una ley, sino de entender que políticamente tienen iguales o mayores habilidades que los hombres. Cuando cambiemos la mentalidad machista nos daremos cuenta que las cuotas no eran necesarias, la valoración hacia las mujeres tenía que llegar por otro lado.
P.S.: Si lo que quería Antanas Mockus era atravesársele a Enrique Peñalosa y cobrarle su alianza con el Partido de la U, tiene la mejor fórmula en sus manos: que se junte con Gustavo Petro y se llevan la Alcaldía de Bogotá, sin ninguna duda. Ya han sido socios, además.
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