"Ahí va, míralo, el que se ganó el baloto", oía decir José al pasar por los negocios de la plaza principal de La Loma de Calentura, el corregimiento de El Paso (en el norte del Cesar), donde muchos aseguran que ese hombre de 51 años y caminar lento se ganó el premio de azar que más plata ha pagado en la historia del país: 74.000 millones de pesos.
En este pueblo de unos 20 mil habitantes, clima infernal, calles polvorientas, rodeado de gigantescas minas de carbón y a donde la brisa no se asoma, desde la noche del miércoles solo se habla del baloto que se vendió en la panadería Trigopán, en la Calle Central.
Y esa fue la ruina de José. El rumor se despertó con el pueblo el jueves, y le ganó la carrera a este exoperario de la Drummond y autojubilado por elección que comenzó a recibir llamadas de felicitación, sinceras e interesadas, de Valledupar, La Jagua de Ibirico, un pueblo vecino, y hasta de amistades de Barranquilla y Santa Marta.
"Oiga, don José, que cayó el baloto aquí en La Loma", le dijo un vecino en tono desconfiado, mientras cruzaba por el frente de la casa del "afortunado", el jueves en la mañana.
"¡Cómo va a sé! Maldita sea. No jodaaa..., me ganó de mano, y yo que traigo ese baloto en la boca, ¡no, hombeee!", respondió José sorprendido, pues ese día se levantó a las cuatro y media de la mañana decidido a probar suerte con el esquivo acumulado que llevaba 28 semanas sin conocer dueño.
"Oye, ven acá, pero lo que dice todo el mundo es que te lo ganaste tú y solo tú, José", ripostó el vecino, casi que reclamando la actitud despistada de este hombre nacido en San Ángel (Magdalena) pero que vive hace 35 años en La Loma.
"No sea marica, está loco. ¿Cree que ganándome esa cosa estaría aquí hablando con usté?".
Pero no, él no es al único que dan como ganador. Unos dicen con plena certeza que fue un barranquillero que trabajaba para una empresa contratista en la zona. Otros aseguran que fue un mototaxista del que no se volvió a saber desde la noche del miércoles. Incluso, algunos más conjeturan que fue una mujer. Tampoco faltan los que dicen que es completamente falso que el baloto cayó en La Loma.
Entre tanto, José que lleva tres días cultivando la desconfianza, esquivando miradas curiosas, quitándose ojos de la espalda y con un temor inevitable de pensar que cualquiera coma cuento y quiera cobrar por su propia mano el premio gordo con el ganador equivocado.
Interés, cuánto valés
Pero el mayor susto estaba por llegar. Este viudo perdió la tranquilidad al pensar que el mayor de sus cinco hijos fuera creerse el embuste y dejara tirado su trabajo de conductor en una compañía de la región. Seguro el muchacho estaba decidido a vivir por el resto de sus días de la suerte única de su papá, el nuevo multimillonario de La Loma, otro personaje ilustre de El Paso, la tierra del compositor y acordeonero Alejo Durán.
Donde trabaja su hijo y donde él trabajó por seis años, también celebraron el premio. A José le contaron que a la hora del almuerzo sus excompañeros lanzaban vivas y celebraban que "al fin el pobre José salió de pobre".
Gente de la que no volvió a saber más aparecieron alimentados por un interés inusitado que tasaba en millones.
"José, me puse muy feliz porque te ganaste el baloto, te lo merecías desde hace tiempo, porque tú si eres bueno", decía al otro lado de la línea la voz dulce de una amiga de hace años.
"Nena, claro que sí, te voy a comprar un carro último modelo, pero cuando me gane el baloto, ¡echeee!", recuerda que respondió José a una de las más de veinte llamadas que ha recibido.
Sentado a la sombra de un árbol de mangos huyendo del sol abrasador, al lado de su casa a medio hacer y mientras gira su sombrero vueltiao, José se muestra sorprendido de que a pesar de dos días de repetir que "no me lo gané", "que no soy yo", "que esa suerte no es la mía", todavía haya lomeros que crean lo contrario.
La suerte está echada
Dicho por sus vecinos, hay quienes piensan que José es un viejo zorro que la supo hacer y que convirtió 5.500 pesos en 59.200 millones, tras sacarle la primera tajada de impuestos, y que irá a reclamar el premio después de que baje la marea de chismes.
Seguro tendrá que pasar mucho tiempo, mientras el pueblo se vuelve a sumergir en sus días de comercio, noches de parranda vallenata y gire su atención a los candidatos pintados en cada pared blanca con sus viejas promesas de progreso en medio de un atraso inexplicable.
"A mí me llamó una hija de Santa Marta a decirme que José se ganó ese premio, que era el mismo del que estaban hablando en todas partes", cuenta Majina Durán Vásquez, una septuagenaria mujer que pasa por el frente de la casa del "nuevo rico".
"Pero sí él ya le dijo que no se lo ganó".
"Quién sabe, si él se lo ganó, ¡ojalá!", dice la señora mientras sigue su camino y se despide de su "buen amigo".
"¿Si oyó? En este pueblo la gente no entiende, ¡qué vaina!", se lamenta, José.
Este asiduo jugador de lotería no sabe qué es ganar desde hace 10 años, cuando le "pegó" a un chance de 180.000 pesos. Pero antes de ir a cobrarlo, no solo ya debía el premio, después de una larga juerga a punta de cerveza, sino que tuvo que conseguir 35.000 pesos más para saldar toda la cuenta.
Sin negar su historial de parrandero, José reconoce que no faltaría la fiesta para celebrar, si efectivamente fuera el ganador del baloto, pero solo lo haría rodeado de 200 soldados que le "preste" la mina más cercana para disfrutar tranquilo sus millones.
Todo eso, dice, antes de mandar a arreglar las calles de La Loma. O mejor, cambiar el acueducto que solo lleva agua a las canillas unos pocos minutos al día. Quizá, también se pueda idear la manera de que sus habitantes tengan una energía por la que no paguen tanto y no queme televisores y equipos de sonido, con las altas y bajas del voltaje.
"Es que aquí la riqueza se ve por fuera, menos en el pueblo", dice cabizbajo.
Con un chisme que no lo suelta, cargando con un premio gordo que no ha llegado, José está decidido a seguir probando suerte con el baloto. No aspira a los 74.000 millones de pesos que la gente insiste que se ganó, se conforma solo con 1.000 millones. Por eso ayer decidió echar suerte con los seis números en la única máquina que hay en el pueblo.
"Quién quita que esos millones vuelvan a caer en El Paso", sentencia José entre risas. "Uno no sabe, y después de tanta joda, ahí debe estar metida la suerte del ganador, no hay de otra".
Aunque el protagonista de esta historia nos dio su nombre y posó para nuestro reportero gráfico, decidimos preservar su identidad para evitar que alguien se crea el chisme que corre en El Paso y le quite a este hombre lo que no se ha ganado.*
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