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15 mil metros para futuros lectores

Los consentidos de la Feria del Libro de Bogotá no son los libros: son los niños y los jóvenes.

  • 15 mil metros para futuros lectores | FOTO CORTESÍA
    15 mil metros para futuros lectores | FOTO CORTESÍA
29 de abril de 2012
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R in rin renacuajo ya no es el renacuajo de siempre. Es un renacuajo verde con cara de renacuajo, no de rana, ni de sapo. Está por allá al final. Por allá, porque de un lado al otro, el pabellón infantil y juvenil de la Feria Internacional del Libro de Bogotá suma 15 mil metros cuadrados.

Este año es el espacio que más metros tiene. Y si se compara con la edición anterior, el crecimiento es importante: en la muestra comercial se pasó de tener 1.500 metros a 5.000. El resto, los 10 mil, son para actividades relacionadas con la lectura. Incluye, en toda la mitad, una sala de lectura (200 metros cuadrados).

"La verdad es que la lectura debe empezar por las poblaciones más jóvenes. Claramente el sector de literatura juvenil e infantil es el que más crecimiento ha mostrado en los últimos años", explica Amalia de Pombo , la directora de la feria.

Y con el tamaño, por supuesto, crecieron los puestos. Muchos de los expositores se decidieron por diseños que invitan a leer. Y a comprar. Hay sillones cómodos, colores por aquí y por allá, y muchos libros, de tamaños distintos y materiales. "Si van a utilizar el pabellón más elegante -añade Amalia-, tienen que hacer el montaje más elegante".

Villegas editores usó los libros. Los estantes tienen sus paredes en ellos. Porque la idea, expresa Andrés Cucuma , vendedor, es captar la atención y que "se sienten a hojear el libro y se lo lleven". De hecho, allá estaba un niño, aplastado en el sillón, leyendo, como si fuera la sala de la casa. Solo dijo: "Muy bueno". Ni siquiera el nombre.

Para los más pequeños
Después de lo comercial, del espacio para la muestra de material didáctico, están los jóvenes. Todo un recorrido urbano que empieza en Londres y la Revolución Industrial, luego pasa por Salvador de Bahía, Brasil, haciéndole honor a este país, invitado especial de la feria, y terminando en Bogotá: la colonial, la ciudad rodeada de grafitis. Y al final, los personajes de Pombo, que saludan, en el pabellón infantil que lleva su nombre, y que está a cargo de la Fundación Rafael Pombo.

"Lo más importante es que la gente tenga un espacio no de recreación. Lo que le ofrecemos a los niños son talleres donde el eje es el libro y la literatura, pero en un espacio de juego y de placer.", señala Juliana Orozco , asesora cultural de la Fundación. La intención es movilizar el pensamiento, fomentar el gusto por la lectura y dejar la obligación a un lado.

Ellos también crecieron. De los 15.000 metros, 2.300 son para los más pequeños. Y para la familia, porque "es muy importante la relación afectiva", agrega ella. Lo que les interesa, y por eso apostarle a los muchos más metros, para los muchos más niños (en una sola franja, que dura hora y media, atienden simultáneamente, a unos 700 niños., y son cuatro franjas al día), es el presente. Que lo común sea que la lectura está por todas partes. Se la juegan con la imaginación.

Y así como ellos están contentos con el espacio, los comentarios van más por lo positivo. También por la paciencia. El grupo Planeta participa por primera vez, porque apenas empiezan a moverse en el mundo de la literatura infantil. "Es uno de los mejores pabellones -dice Alberto Sánchez , director comercial-. Estamos satisfechos. Es cuestión de ser pacientes, mientras le enseñamos a la gente dónde está".

Porque lo que pasa es que aún no es un referente de lugar. Norberto Caicedo , de Círculo cultural, comenta: "honestamente, prefería estar en la parte de allá, porque cuando la gente llega, ya está cansada de ver otros pabellones, que están más cerca a la entrada".

Los metros del pabellón infantil y juvenil tienen una sola explicación: el interés porque la lectura se vuelva un gusto para los niños, que luego serán grandes lectores. Y si fuera por los que se sientan, por los que asisten, por los que juegan, por los que leen en la feria, serán muchos. Lo que pasa es que las actividades, piensa Juliana, deben seguir en casa.

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