Llamados a la reconciliación, a la juventud para que siga haciendo “lío”, una plegaria por Venezuela y una sacudida al clero para que obre por los más debiles: Francisco dejó un rosario de mensajes a su paso por Colombia.
En Medellín
“Como he dicho ya en otras ocasiones, el diablo entra por el bolsillo. Todos tenemos que estar atentos porque la corrupción en los hombres y mujeres que están en la Iglesia empieza así, poco a poco, se enraíza en el corazón y acaba desalojando a Dios de la propia vida”.
Igualmente, denunció a los “sicarios de la droga”, en alusión a los narcotraficantes como Pablo Escobar, que “destruyeron las ilusiones de tantos jóvenes” y pidió orar por ellos para que alcancen “el perdón de Dios”.
A la paz
“En este enorme campo que es Colombia, todavía hay espacio para la cizaña. Ustedes estén atentos a los frutos, cuiden el trigo y no pierdan la paz por la cizaña”, (Villavicencio).
“Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación siempre será un fracaso” (Bogotá).
“Resulta indispensable también asumir la verdad (...). La verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia. Juntas son esenciales para construir la paz” (Bogotá).
Hay que “huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses sólo particulares y a corto plazo” (Bogotá).
“No están solos. Somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso. Este viaje quiere ser un aliciente para ustedes, un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz” (Bogotá).
“Basta una persona buena para que haya esperanza, y cada uno de nosotros puede ser esa persona” (Villavicencio).
“Se trata de un acuerdo para vivir juntos, de un pacto social y cultural. A la cultura de la muerte, de la violencia, respondamos con la cultura de la vida, del encuentro”, (Cartagena).
“Colombia, tu hermano te necesita, ve a su encuentro llevando el mensaje de la paz, libre de toda violencia, esclavos de la paz para siempre” (Cartagena).
Reconciliación
“La reconciliación se concreta y consolida con el aporte de todos, permite construir el futuro y hace crecer la esperanza. Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación será un fracaso”, (Villavicencio).
Reconciliarse, agregó, “es abrir una puerta a todas y a cada una de las personas que han vivido la dramática realidad del conflicto”, por lo que “cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza se convierten en las protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz” (Villavicencio).
A Venezuela
“Hago un llamamiento para que se rechace todo tipo de violencia en la vida política y se encuentre una solución a la grave crisis que se está viviendo y afecta a todos, especialmente a los más pobres y desfavorecidos” (Cartagena).
A las víctimas
“Sanemos aquel dolor y acojamos a todo ser humano que cometió delitos, los reconoce, se arrepiente y se compromete a reparar, contribuyendo a la construcción del orden nuevo donde brille la justicia y la paz” (Villavivencio).
A los desposeídos
“Los animo a dirigir la mirada a los que están excluidos y marginados en la sociedad actual, los que no cuentan para la mayoría y son postergados y arrinconados. Todos somos necesarios para crear y formar la sociedad. Esta no se hace solo con algunos de ‘pura sangre’, sino con todos” (Casa de Nariño).
A la Iglesia y sacerdotes
“Ahora también la Iglesia es ‘zarandeada’ por el Espíritu para que deje sus comodidades y sus apegos. La renovación no nos debe dar miedo” (Medellín).
El jerarca, quien en Bogotá recordó a los sacerdotes colombianos que ellos no son “políticos” sino “pastores”, pidió al clero “involucrarse” en la defensa de los más débiles y a favor de la paz.
“No podemos aprovecharnos de nuestra condición religiosa y de la bondad de nuestro pueblo para ser servidos y obtener beneficios materiales” (Medellín).
A la naturaleza
“En este entorno maravilloso, nos toca a nosotros decir sí a la reconciliación; que el sí incluya también a nuestra naturaleza. No es casual que incluso sobre ella hayamos desatado nuestras pasiones posesivas, nuestro afán de sometimiento”, indicó en Villavicencio ante unos 1.500 indígenas, que se reivindicaron como defensores de la madre tierra.
“La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes” (Bogotá).
A los jóvenes
“¡Cómo no van a poder cambiar esta sociedad y lo que se propongan! ¡No le teman al futuro! ¡Atrévanse a soñar a lo grande!” (Bogotá).
“No se dejen vencer, no se dejen engañar, no pierdan la alegría, no pierdan esperanza” (Bogotá).
“Vayan adelante, no tengan miedo porque solo así se animarán a descubrir el país que se encuentra detrás de Colombia” (Bogotá).