Cuando Carlos Alberto Ramírez cruzó la meta, siguió corriendo pero sin bicicleta.
Raudo se subió a uno de los morros verdes de la pista del Centro Olímpico de BMX y de inmediato pidió una bandera de Colombia para envolverse en ella lleno de felicidad. Sabía lo que había logrado.
Sin embargo, segundos después vino el suspenso, la zozobra se apoderó de millones de colombianos y también del bicicrosista ante la demora de los resultados oficiales de la carrera que había disputado, la mejor de su vida.
Solo cuando uno de los jueces se le acercó y le dio el veredicto, el antioqueño, arrodillado y mientras le caían lágrimas por su mejilla, constató que la remontada que hizo durante la competencia le había dado una recompensa olímpica.
“No soy capaz de creérmela todavía, esto es un sueño”, fueron las primeras palabras de emoción del piloto, quien en un cerrado embalaje con el estadounidense Nicholas Long, y luego de estar último en la prueba, demostró su potencia, fuerza y destreza para cruzar tercero y apoderarse de la medalla de bronce en las justas de Brasil. El oro fue para el estadounidense Connor Fields y la plata para el holandés Jelle van Gorkom.
“Por algo a Ramírez lo apodan el Pequeño Mago. Es un corredor muy técnico, que pese a tener debilidad en la salida, se recupera increíblemente para llegar en las primeras posiciones. Logró presea de bronce, pero brilla como el oro. Es una proeza”, dijo Martín Posada, gerente de la Comisión Antioqueña de Bicicrós.
“La di toda, luché por la medalla y la tuve, siempre he dicho que este es un deporte en el que no importa cómo se inicia sino cómo se termina en la meta. Fue un fotofinish, una carrera de locura”, indicó Ramírez, de tan solo 22 años de edad y quien le entregó al país, en el BMX masculino, la segunda medalla olímpica, luego del bronce de Carlos Mario Oquendo en Londres-2012.
“Dejé todo en la meta, dije: es ahora o nunca, y ahí se ven los resultados”, continuó lleno de júbilo Ramírez, mientras buscaba desesperado a sus padres, Juan Carlos Ramírez y Ana María Yepes, que estaban en la tribuna.
“Con esta actuación en Río se repite en el BMX lo que se hizo en Londres (un oro y un bronce). Esto demuestra que somos grandes deportistas. Para esto nos sacrificamos, para darle alegrías al país y dejar la bandera en lo más alto del podio”, agregó Ramírez, quien no es una revelación del BMX colombiano sino una realidad.
En 2012, con 18 años, fue medalla de oro, en júnior, en el Mundial de Birmingham, Inglaterra, y este año fue bronce en contrarreloj, en la Copa Mundo de Papendal, Holanda. En Río confirmó su talento al sentir la gloria olímpica.