Las bellas plantas con sus flores, admiración de todos durante la Feria, han tenido un largo recorrido para ser apreciadas hoy.
Largo porque muchas no son nativas y tampoco endémicas, fueron traídas hace muchos años de lejanos países y continentes, y algunas incluso han tenido un viaje de ida y vuelta: sí, se las llevaron y las devolvieron cambiadas. Claro, pagando por eso.
Nativas hay muchas conocidas, como el anturio blanco, la batatilla, begonias, el camarón rojo, la mermelada, para citar unas pocas.
De acuerdo con Hernán Rincón, director de la Fundación Ezwana y la revista DeJardines. “Le cuento algo: hace unos años preparábamos un libro sobre las plantas ornamentales más comunes en Medellín y realizamos un listado preliminar de unas 120 especies y un poco más del 70% son especies introducidas”.
Pero la historia sigue: “varias de la especies nativas extraídas incluso desde hace mas de 150 años por los viajeros europeos hoy en día son ampliamente cultivadas en todo el mundo y devueltas con semillas “mejoradas” y en los ecosistemas naturales son muy escasas por no decir extintas, como el anturio rojo (Anthurium adreanum) y el anturio blanco o garcita (Spathiphyllum wallisii)”.
No es una exageración paisa. El biólogo Diego Alejandro Molina Franco, magister en Geografía, en su libro Los árboles se toman la ciudad, Editorial Universidad de Antioquia 2015, presenta la modernización y transformación del paisaje en Medellín entre 1890 y 1950, y cita que las primeras plantas importadas llegaron fue a Antioquia (Santa Fe), en el siglo XVIII y comienzos del XIX, traídas por españoles.
Al perder importancia esa ciudad capital, muchas fueron llevadas a Medellín por las familias que se desplazaban.
En el último cuarto del siglo XIX Pastor Restrepo, relató, con su empresa trajo entre otras uva moscatel, palma borbónica, guayaba de Málaga, eucalipto y gomero azul, azalea biflora.
La lluvia de oro (Pirostegya venusta), llegó de Costa Rica traída por una mujer. Y Bertha Hernández de Ospina, esposa del presidente Mariano Ospina, introdujo especies desde Japón, Brasil, México y Ecuador, elaphoglosums, epidendrums y catleyas, así como de otras regiones del país.
En 1897 un aviso de prensa en El Aviso, ofrecía árboles, flores y frutas traídas de los jardines de Rochester, Nueva York. Molina Franco estableció que hacia 1850 había 4 plantas ornamentales traídas a Medellín, fueron 15 a 1890, 221 en 1935 y 5 más a 1950. Hasta ese año, llegaban más de Asia.
Hoy en los almacenes se encuentra un buen número de semillas de plantas traídas.
Para Rincón, “el problema es que culturalmente somos muy dados a valorar lo extranjero en lugar de lo propio (o al menos nosotros los paisas)”.
No quiere decir que no haya plantas nativas (el listado es amplio), ni endémicas.