Desde que Renata Lozano entra a un lugar se sabe que la rutina se rompió, que el día se iluminó y que mínimo tres carcajadas van a aparecer en las próximas horas. Y no es que haga payasadas o cuente chistes, no, su sentido del humor es como su ropa, fino, exquisito, en su dosis perfecta y alegra cualquier ocasión.
Por eso, la diversión es uno de los pilares de la vida de esta diseñadora caleña, porque ella tiene claro que la vida es para disfrutarla y así es como quiere que vean y adopten sus creaciones.
“Al principio, cuando uno empieza en este mundo le dicen que diseñe así, que haga esto, que cree para cierto público y no, uno puede diseñar prendas con ADN que le permitan a la clienta tener la posibilidad de disfrutar una salsa, una película alternativa, un coctel, una tertulia o lo que sea que le nazca hacer”, comenta.
Así es Renata, una mujer alegre, divertida, dinámica, proactiva, que no deja que una mujer se encierre en una misma silueta, un color continuo o una prenda exclusiva, al contrario, abre un espectro tan grande para ella que le permite disfrutar de una exploración de materiales infinita, como lo ha hecho durante más de 15 años que tiene la marca Renata Lozano.
En el cierre de Colombiamoda va a mostrar precisamente eso, lo que ha venido recogiendo en su trabajo y estudio. Su colección se trata de una mujer que viaja por el mundo y que de cada lugar se trae algo para sí, que finalmente le da una identidad propia permeada de muchas otras más.
“Mis colecciones siempre son muy intensas. Cuando arranca no sabes en qué va a terminar y en esta hay varios laboratorios presentes. Uno es el tema del dénim, todos sus procesos y los diferentes resultados que puede dar, es una fibra para todo y todos. Esta parte pertenece a la línea silvestre que maneja la marca. Luego viene la mezcla de textiles, formas, colores y yuxtaposición de materia prima, donde habrá prendas bordadas, tejidas, con alto relieve, con volúmenes –insinuando cuadros vivos–, dibujo textil, estampación hecha por la ilustradora Natalia Swarz y joyería de la mano de Claudia Trejos”.
Matrimonios imposibles
Las mezclas no son para todos, pero si algo tiene muy claro en la vida Renata es que es experta en esos “matrimonios imposibles”, como ella misma los denomina. Su exploración en textiles va encaminada a crear prendas únicas que resalten por sí solas, pero que a la vez se conviertan en piezas claves para el guardarropa, “que las clientas hagan clóset, que si es una blusa blanca, pues que sea ¡la blusa blanca!, que se destaque así la use sola, pero que también la pueda usar con lo que quiera, que puedan perdurar por mucho tiempo, no por un diseño tan arduo, sino porque se vuelven piezas esenciales en tu ser”.
Hay algo importante en cuanto a los matrimonios imposibles y es que estas exploraciones que Renata hace no se las queda para ella, las brinda a aquellos que las quieran conocer, explorar y realizar, porque como en todo matrimonio, se comparte.
“A ti nadie te roba nada. El miedo de los grandes diseñadores y creativos es que te roben la idea, pero cuando eres generador de ideas, las sigues generando, siempre he sido generosa con mi formación y me gusta transmitirlo”.
Así es como muchas de las personas que antes colaboraban con Renata, hoy tienen sus propias empresas y siguen sirviendo de proveedores en mayor medida a la marca. “La persona que trabaja conmigo el calzado era un zapatero que hacía con sus manos el zapato y me entregaba los 12 que necesitaba para el desfile. Hoy tiene sus zapateros, su empresa y me provee a mí y a otras marcas, ha crecido y eso me llena. Soy totalmente abierta, mi empresa es un sitio donde la gente puede aprender y a veces aprenden, se van, crecen y vuelven a trabajar conmigo, además me ayudan y me libera de tensión porque ya se dedican a algo que me sirve y me hace bien”.
La generosidad de Renata no para allí, es abierta a recibir propuestas creativas de su equipo de trabajo, de los mismos que en algún momento fueron sus aprendices a ayudantes y hoy son pilares fundamentales para su colección.
“He dejado que me participen, porque sé que el zapatero o la de confección están 24 horas en sus talleres y saben más que yo sobre el producto. Me gusta interactuar con mi equipo de trabajo”.
De lavar y planchar
Renata no solo es generosa en su trabajo, fuera de su empresa es igual. Es muy accesible, cercana y como ella misma dice con contundencia, “soy de lavar y planchar”, por eso creó diferentes líneas para su marca, bajo la premisa de la democracia y de que todos puedan llegar a sus prendas, porque al final la belleza interior es la que cuenta y las prendas tienen que exaltarla y no brindarle el brillo que ya debe tener.
“La mejor belleza es la interior, te envejeces y lo que queda es lo que transmites y proyectas, no hay mejor prenda que la que se acomode mejor a eso. Le digo a mis vendedoras que no intenten vender algo porque sí. La cliente llega a pedir asesoría y ellas le tienen que ayudar a que ese vestido, pantalón o blusa sea parte de ella, que cumpla sus valores. Si uno logra llevar una camisa blanca con actitud, se vende más que cualquier otra. Hay que sentirse feliz, pleno y no hay que tenerlo todo para llegar a ello”.
Pero Renata no todas las veces se siente plena y arrolladora. Reconoce que la parte de las comunicaciones corporativas no se le da bien, que gracias a su esposo, Javier Recio, ha organizado su empresa, porque ella no va con nada que sea cuadriculado o estructurado, para eso tiene al hombre de su vida al lado.
“De frente charlamos rico, pero cuando tengo que escribir un comunicado, ¡pánico escénico! Hago ropa para el diario vivir, la vida normal y la gente normal, nada más”.
Son 16 años de carrera en los que Renata se la ha guerreado desde el principio. Estudió una carrera que en su época era menospreciada y no se tomaba en serio, por eso le gusta salvar las ideas y ayudar a cumplir los sueños de otros.