La israelí Sapir Berman será este lunes la primera árbitra transgénero en un partido internacional oficial por primera vez en la historia del fútbol europeo, según la Uefa, momento que ella afrontará con “inmenso orgullo” y una “profunda humildad” para avanzar en los derechos de la comunidad LGBTQ+.
Berman, de 30 años y que anunció su transición en 2021, arbitrará el partido de clasificación para la Eurocopa femenina sub-17 entre Irlanda del Norte y Montenegro en Belfast y el sábado siguiente el duelo entre Kazajistán y Montenegro.
Llegar a ser árbitra internacional “es un inmenso honor, un inmenso orgullo”, pero sobre todo es “la oportunidad de seguir haciendo lo que me gusta, en el mundo que me ha hecho como soy y en el que crecí”, aseguró Berman.
Berman asegura que afrontará el partido “con una profunda humildad (...) con la esperanza de hacerlo lo mejor posible, de representar a mi país, de defender los derechos de la comunidad LGBTQ+ y de demostrar que todo suelo es posible”.
“La visibilidad en el deporte profesional es un instrumento potente para lograr avances en el reconocimiento de la comunidad LGBTQ+”, sobre todo para las adolescentes que jugarán esta próxima semana, añadió.
“Cuando jóvenes jugadoras ven la diversidad en el terreno de juego, eso ayuda a hacer normal la inclusión y envía un mensaje fuerte de que lo que importa realmente es el talento y el compromiso”.
La inglesa Lucy Clark fue la primera mujer transgénero del mundo en pitar un partido en 2018, en el campeonato semiprofesional inglés, pero nunca dirigió un encuentro internacional.
Sapir Berman arbitra desde hace 14 años en la primera división masculina del fútbol israelí, hasta llegar a ser una de las mejores de su país.
Este momento llega coincidiendo con la amenaza de los derechos del colectivo LGBTQ+, especialmente en Estados Unidos, donde su presidente Donald Trump quiere excluir a las personas transgénero del ejército y cortar las subvenciones federales a las organizaciones que autoricen la participación de deportistas transgénero en las competiciones femeninas.
Las instancias deportivas internacionales tampoco tienen una posición unánime al respecto.
Desde 2021, el Comité Olímpico Internacional (COI) deja a las federaciones internacionales dictar sus propios criterios para evitar eventuales “ventajas desproporcionadas” que pudieran beneficiar a deportistas transgénero.
