Su rostro denota timidez, da la sensación de ser parco; sin embargo, cuando toma confianza con los demás, su actitud cambia ostensiblemente pese a que, según cuenta Daniel Hernández, de la Liga de Tenis de Antioquia, “la vida para ese niño no ha sido fácil, pero se la cambió el deporte”.
Desde los cuatro años, Daniel Restrepo quedó huérfano de padre. Edwin De Jesús murió en un accidente de moto, situación que todavía lo marca. “Me hace mucha falta mi papá, uno ve los otros niños con ellos y me pongo triste, porque quisiera estar con él”.
Cuando se le pregunta por qué le gusta el tenis de campo, lo primero que responde es que, aunque al principio no le gustaba ningún deporte, de vez en cuando jugaba fútbol en el colegio, aunque era muy malo. “Me decían paquete. Entraba porque hacía falta para completar un equipo, pero no más”.
Hace tres años llegó al colegio Sandra Gómez con la intención de motivar a los niños a practicar tenis y a él le sonó. “Me entraron las ganas de ver cómo era, me llamó la atención porque era diferente al fútbol que es lo único que quieren jugar muchos niños. Empecé a entrenar en la cancha del municipio de Donmatías -de donde es oriundo- y ya he jugado varios torneos. El año pasado logré medalla de bronce en los Juegos Escolares y ya llevo dos festivales”.
Restrepo hace parte del proceso de tenis de campo en esa localidad que ya lleva cinco años. “Yo llevo tres años entrenando con la profe Sandra, pero varios compañeritos tienen más tiempo y están más adelantados. Lo importante es que tenemos donde jugar, porque hay una cancha en la cual entrenamos todos los días y hacen varios torneos al año”.
A medida que pasa la entrevista, Daniel se muestra más tranquilo, se nota más suelto y amplio en sus respuestas.
“Cuando estoy jugando, no pienso en nada, es como si estuviera solo, me relaja, me despeja la mente y me siento mejor persona. Es una sensación toda bonita”.
Se siente pleno jugando tenis, pero su otra obsesión es la música. Le gustaría ser músico y lamenta no poder tener un instrumento para practicar.
“Me sueño con una guitarra eléctrica, sería otra de mis felicidades. Solo que mi familia no tiene cómo dármela, pero espero algún día poder conseguirla. El deporte y la música es una buena combinación”.
Al final, el estudiante de séptimo grado del Instituto Educativo Donmatías se despide con un “Dios le pague por entrevistarme”.