Qué aficionado al deporte en el país no quisiera tener en su poder los guantes con los que Antonio Cervantes Kid Pambelé mandó a dormir a Peppermint Frazer para convertirse, el 28 de octubre de 1972, en el primer colombiano campeón mundial de boxeo.
O ser el dueño de los botines rosa con los que Nairo Quintana cruzó la meta el 1° de junio de 2014 convertido en campeón del Giro de Italia. O guardián de la raqueta con la que Robert Farah clavó la pelota final para el título del dúo nacional en Wimbledon el 13 de julio de 2019 en el emblemático campo central del All England Club.
Viendo más allá de las fronteras, quién no brincaría de orgullo por tener entre sus pertenencias el volante con el que Michael Schumacher cruzó la línea el 29 de agosto de 2004 en el Gran Premio de Bélgica investido como el más laureado de todos los tiempos de la Gran Carpa.
O lucir en algún lugar de la casa los guayos con los que Alcides Gighia desencadenó el Maracanazo, o las zapatillas con las que Usain Bolt (100 m planos) llevó los límites físicos del ser humano a nuevas fronteras en el Mundial de 2009 en Berlín.
Algunos han podido saborear placeres semejantes.
Por ejemplo, los tenis con los que Michael Jordan impulsó a los Bulls al título de NBA en 1997 fueron subastados por 105.000 dólares.
La mitad de los 10 objetos deportivos más caros que se han subastado en la historia fueron vendidos por terceros que adquirieron dichos bienes, y comprados por coleccionistas para goce personal.
Sin embargo, otros casos como el guayo de Mario Goetze con el que marcó el tanto en tiempo extra para el tetracampeonato mundial de Alemania ante Brasil en 2014, recibió una oferta final en diciembre de ese año de 2,2 millones de dólares por un comprador que, posteriormente, donó a un museo el calzado que aún tenía restos del césped del Maracaná en su suela. El dinero fue, íntegro, a una fundación infantil.
Y es en estos casos en los que toma más valor la decisión del deportista que el monto que se pague por el preciado objeto, porque no es fácil desprenderse de algo que tiene un profundo significado en la carrera de un atleta, pero si hacerlo se traduce en bienestar para tantos otros facilita el gesto.
Así lo demostraron decenas de deportistas recientemente, que decidieron no solo aportar materialmente en medio de la pandemia sino hacerlo con un gesto que simboliza un alto grado de altruismo y generosidad.
Figuras como el multicampeón del Tour Bernard Hinault, la gran gimnasta Simone Biles, el legendario exgolfista Jack Nicklaus o el mítico exnadador Michael Phelps, son algunos ejemplos de figuras que subastaron icónicos objetos de sus carreras con lo cual se lograron recaudar cientos de miles de dólares para mitigar el impacto de la crisis sanitaria en diferentes países.
Para el legendario Martín Cochise Rodríguez, estos actos reflejan una especial empatía del atleta.
“En dinero en estos casos es una ayuda muy práctica. Pero desprenderse de algo tan valioso para uno y pensar que eso puede convertirse en un plato de comida, en una medicina para miles de personas, llena mucho el corazón”, dice el carismático exciclista.
Además, mandó un mensaje a quien considera la figura deportiva más influyente del país en la actualidad.
“Imagínese lo que podría generar que Egan Bernal subaste su camiseta amarilla del Tour y el poder de convocatoria que tendría para unir a la causa a todos los que tienen, o tenemos, algún objeto emblemático para la historia del deporte colombiano.
En cualquier caso, siento orgullo por cómo se ha comportado el mundo del deporte en este momento tan delicado”, reflexionó el antioqueño .