Una imagen en Inglaterra del equipo de rugby Falcons de Newcastle llamó la atención a nivel mundial y es que muchos se preguntaron qué tenían los jugadores adherido a su cuello. Después, se reveló que tenía que ver con una prueba de la Universidad de Durham, en la que los deportistas llevaban pequeños sensores pegados en esta parte del cuerpo para medir el impacto en el área de la cabeza durante los partidos.
La universidad explicó, en un comunicado, que es una de las respuestas tecnológicas para ayudar a reducir los riesgos de conmoción cerebral y demencia en el deporte. “Es opcional, pero la mayoría de los jugadores lo usan. El sensor es una actualización del probado por Saracens en 2016 en un estudio de la Fundación Drake, que desde entonces se dedica a analizar sangre, saliva y orina en un esfuerzo por descubrir biomarcadores de lesiones por conmoción cerebral”.
Pero ahora no solo esa información es posible analizarla, sino que también los entrenadores pueden saber cuántas horas durmió un jugador antes de ir a entrenar, si tiene alcohol en su organismo o cualquier otra sustancia, si el deportista está corriendo bien en el campo de juego, si tiene sobrecargas de trabajo, qué entrenamiento debe realizar para no lesionarse, etc.
Y esa es solo la punta del iceberg, porque la implementación de estas tecnologías apenas comienza y su uso es muy importante para mejorar el rendimiento deportivo.
Rodrigo Aponte, especialista en ciencias aplicadas al deporte explica que la tecnología ha ido calando en todos los ámbitos de la sociedad y el deporte tampoco ha vivido ajeno a sus innovaciones.
“Aunque ahora a muchos les pueda parecer mentira, hubo un tiempo en el que las carreras se medían con cronómetro manual, los deportistas controlaban los progresos pero no se sabía con exactitud los pasos o kilómetros recorridos y la frecuencia cardiaca se calculaba presionando los dedos índice sobre la parte interna de las muñecas”.
Además del rugby, el tenis, baloncesto, running, golf, bádminton, ciclismo, senderismo, fútbol, natación, atletismo son solo algunas de las muchas disciplinas que se han beneficiado de los constantes avances tecnológicos, sobre todo en cuestiones como la seguridad, el rendimiento, la gestión deportiva e incluso las urgencias.
“El deporte es una de las áreas donde se generan mayor número de datos, por eso el uso de tecnologías supone una ayuda fundamental para que los entrenadores puedan planificar cargas de trabajo, entrenamiento entre otros asuntos”, agrega Aponte.
Lo que mucha gente no sabe es que el primer deporte que lo utilizó fue el béisbol y hoy en día muchos equipos están contratando especialista en big data para cuestiones tan diferentes como mejora en la toma de decisiones en el terreno de juego como gestión de fichajes. Por ejemplo, los equipos de la NBA utilizan los datos para preparar estrategias y la NFL dispone de una plataforma que pone a disposición de todos sus equipos para que tomen las mejores decisiones en función de datos tan distintos como las condiciones climatológicas hasta los resultados de la etapa universitaria de cada jugador.
Gustavo Castro, médico deportólogo dice que mientras la tecnología sirva para reducir los riesgos para el deportista es bienvenida, pero cuando se convierte en una forma sobrehumana de sacar ventaja no es tan buena.
“El deporte lo practican humanos y no máquinas, los atletas se equivocan, cometen errores y hace parte de su disciplina y los avances no deben desterrar el error de las disciplinas deportivas”.
Castro dice que no se puede negar que gracias a estas nuevas tecnologías a los deportistas en todo les resulta más fácil superar objetivos, optimizar resultados y conseguir un alto rendimiento.
Lo claro es que las nuevas tecnologías son una pieza imprescindible en la mayoría de deportes profesionales. Desde aquellas destinadas a mejorar el rendimiento del deportista, hasta otras encargadas de verificar el resultado de la competición de manera objetiva. La tecnología está tan instaurada en el deporte profesional, y ha demostrado tener beneficios