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“Mi peor nocaut lo viví fuera del ring”

Así lo expresa el antioqueño Jorge Luis Vivas, quien pese a los obstáculos que atravesó en su infancia y carrera deportiva,
hoy recoge grandes frutos.

  • “Mi peor nocaut lo viví fuera del ring”
28 de junio de 2021
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Jorge Luis Vivas, el boxeador que de joven le encantaba ir a galleras -tuvo 37 gallos de pelea-, quien por las polvorientas calles del municipio de Carepa se mantenía haciendo travesuras con sus amigos y muchas veces resultaba envuelto en problemas, y que además se rebuscaba el sustento diario sacando arena del río para ayudarle a su madre con las responsabilidades de la casa, pues fue ella la que lo levantó a él y sus otros dos hermanos, representará a Colombia, por segunda vez consecutiva, en unos Juegos Olímpicos.

“¿Por qué no soñar en grande, por ejemplo, con un podio olímpico? Llegar hasta aquí ya es parte de ese sueño”. Así expresa Jorge Luis, uno de los pugilistas colombianos que esperan hacer una grata actuación en las justas de Japón para entregarle nuevas alegrías al país en este deporte.

Céiber Ávila y Yuberjen Martínez, compañeros de Vivas, lo ven como ejemplo de superación, y él, cuando escucha sus palabras, simplemente saca su habitual sonrisa para decirles que, al buen tiempo, buena cara, y que más allá de los obstáculos que se presentan y que algunas veces los días se pongan de gris, siempre hay una luz de esperanza para seguir adelante en el camino deportivo.

Desde Italia, donde está concentrado con la Selección Colombia, Vivas, el padre de Maite (14 años) y Jorge (6 años), habló con EL COLOMBIANO sobre su vida, su carrera y el desafío que le espera en suelo nipón.

¿Por qué dice que ya están haciendo historia?

“Porque cuatro de los boxeadores -los otros son Ingrit Valencia, Yubejerjen Martínez y Céiber Ávila- que estuvimos en los Olímpicos de Río hace cuatro años estaremos otra vez en Juegos. Esto es un sueño cumplido, pero somos conscientes de que podemos llegar más lejos. Para ello nos preparamos todo este tiempo, más allá de los sacrificios hechos”.

Y eso que hubo incertidumbre por la clasificación, que al final se dio por ranquin tras la cancelación de eventos por la pandemia...

“Claro que sí, había angustia, gracias a Dios recibimos esta nueva oportunidad. Para Río-2016 sentí una sensación única porque eran mis primeras justas; ahora lloré tres días de emoción tras clasificar a Tokio. Es que muchos deportistas hacen toda una carrera para estar en este evento y no lo consiguen, y que uno lo logre dos veces y de forma seguida en un deporte como este, en el que cualquier cosa puede hacer que te bajes definitivamente de ring, genera un sentimiento difícil de describir”.

Sí, porque hasta en pandemia, y en casa, no dejaron de entrenar...

“La clasificación es el fruto a la constancia y al esfuerzo realizado. De hecho, frené un tiempo. Estaba tan desesperado en la casa, sin saber qué hacer, que muchas veces me hacía el loco para entrenar de manera virtual”.

¿Por qué no se conectaba a las clases?

“Es que me parecía muy desesperante darse cuenta de todo lo que estaba pasando en el mundo debido a la pandemia, y que, pese a ello, tenías que seguir trabajando y sin saber qué podía pasar después. Pero bueno, tampoco es que me relajara tanto, pues mis hijos, Maite y Jorge, así como mi pareja Luz Sonia Julio, me motivaban a que no parara. Como soy el centro de mi casa debo luchar por ellos”.

¿En algún momento pensó tirar la toalla?

“Muchas veces, sobre todo dejar la Selección y competir por mi departamento al lado del entrenador Abelardo Parra, un hombre que pone el pecho y que siempre está con uno en las caídas. Es que uno se cansa, y estar alejado de los seres queridos no es fácil y más con tantas amistades que se me han muerto por culpa del coronavirus. De hecho, nuestra casa es la Selección y vamos a los lugares de origen es a pasear. Pero se te dan los resultados, ganas y de paso logras un cupo olímpico y entiendes que no eres un deportista malo y que vale la pena continuar luchando”.

Hasta se piensa en los sacrificios de joven para llegar al lugar en el que está...

“Así es. Pienso en mi familia; en mi mamá, Carlina Palacios, que hizo las veces de madre y padre. Pero esto es lo que se eligió y de una u otra forma se ha escalado alto para darle logros al país”.

Valió la pena...

“Total, ya ni siquiera pensamos en participar en los Juegos, sino en un podio”.

Y saber que de niño fue bastante travieso...

“Viene a sentar cabeza al ver todos los esfuerzos de mi mamá, quien se rompía el lomo por darle las cosas a sus tres hijos. Di mucha lidia hasta los 14 años, a los 15 ya me pellizqué porque no era justo con mi madre. Era muy inquieto, me mantenía peleando en las calles, en el colegio, de hecho me vine a graduar a los 21 años, gracias a los consejos del profe Abelardo Parra. Yo era de los que iba a las galleras desde la mañana, tuve hasta tres caballos pues laboré en la ganadería, hasta recogí arena en el río. El deporte me ayudó a enfocarme en cosas buenas, y gracias a Dios elegí este camino”.

Y eso que estuvo sin competir por un supuesto dopaje...

“Estuve tres meses sin competir y en tiempo récord se logró llegar a la conclusión de que era inocente, pero a la vez debo confesar que fue el peor periodo de mi vida. Luego taché ese episodio porque nunca se supo realmente qué pasó y cómo llegó la sustancia furosemida a mi cuerpo -diurético utilizado en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca congestiva, hipertensión y edemas, y la cual puede ocultar la presencia de otras sustancias en el organismo-”.

Demostrar la inocencia es ya un triunfo en este tipo de circunstancias...

“Esta era la tercera vez que me caía en mi carrera, las dos primeras en el cuadrilátero y por nocaut, y que me llevó a pensar en retirarme, pero me paré y llegué a la Selección Colombia. Tras esta última caída me quería morir, me marcó, estuve decepcionado de todo, veía a quienes me rodeaban como enemigos. Sentía impotencia, porque un dopaje es lo más grave que hay en el deporte. Ese fue mi peor nocaut, el que viví fuera del ring, pero con la ayuda de Dios logré levantarme; agradezco también a quienes siempre han creído en mí”.

Al menos logró respirar tranquilo...

“Pagué un abogado porqué sentía que no me podía retirar de mi profesión por la puerta de atrás. Me gasté todos mis ahorros, pero no me arrepiento porque con el paso del tiempo la gente creyó en mí y todo se solucionó. Es que, si realmente me hubiera tomado algo, todos los compañeros de la Selección también habrían dado positivo, pues de este grupo todos compartimos los mismos alimentos, hasta la misma fruta. Todo lo que pasó me sirvió para fortalecerme mentalmente”.

¿Cómo se ha sentido con el cambio de división luego de pasar de los 75 kilogramos a los 81? ¿No cree que da ventajas con este peso?

“Me he mantenido firme en mi carrera deportiva por creer siempre en mis condiciones. Me gustan los retos, no lo veo como un obstáculo. Reconozco que los demás rivales son grandísimos, casi de 1.78 o 1.80 metros de estatura. Yo mido 1.73. No creo que esto vaya en contra mía. Llegué a la Selección Colombia en la categoría 69 kilos, y en esta eran mucho más altos, lo mismo que en 71. Toda la experiencia adquirida me ha servido para acomodarme mejor a ellos”.

¿Qué fortalezas encuentra al ser más bajo que sus contendores?

“La velocidad. Todos mis rivales son más lentos que yo, soy más explosivo”.

Con todo lo que ha vivido, ¿qué mensaje le envía a las promesas de este deporte?

“Les digo a los jóvenes que vienen detrás de nosotros que no dejen de luchar por sus sueños, pues quien tiene metas claras se levanta todos los días con ilusión y fortaleza de alcanzarlas. El camino puede ser largo y difícil, pero todo es posible”

14
veces Jorge Vivas ha sido campeón nacional.
5
fue la posición que ocupó el boxeador para el Mundial de Hamburgo, Alemania, 2017.
33
años tiene Vivas, quien incursionó en el boxeo a los 15 años de edad.
2
veces Vivas ha sido campeón bolivariano, suma un oro suramericano y otro continental.
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