En la tranquilidad de su casa, con los cuidados de su mamá, Ana María Botero, y la compañía de su padre Emilio Echavarría y sus hermanos Miguel y Nicolás, Andrés Echavarría se prepara para el arranque de la segunda ronda del PGA Tour Latinoamerica, la primera semana de septiembre en Quito, Ecuador.
El jueves, Andrés estará en el Tour Profesional Argos, que se realizará en Llanogrande donde oficiará como anfitrión.
El golfista que ajustó su segundo año con tarjeta en el Web.com, segundo torneo de Estados Unidos, tiene como objetivo participar en la mayoría de los torneos del semestre para alcanzar los puntos y las ganancias necesarias que le permitan participar estar el próximo año en el prestigioso torneo, que es como una especie de antesala para el PGA, al que quiere llegar.
Esta temporada no ha sido tan buena en resultados, como es su costumbre, pero todo se debe a que tuvo que cambiar la manera de coger el palo para evitar una lesión en la muñeca izquierda, que presentaba una molestia.
Los resultados, sabía, no se iban a dar tan positivos como el año pasado, por eso se mentalizó y se concentró en perfecionar la nueva manera de entrarle a la bola en cada hoyo.
Con paciencia, Andrés ha ido superando fases, sabe que será un proceso largo y por eso no se angustia al no alcanzar las victorias que cualquier deportista siempre anhela. “Estoy en el camino correcto, en la vía que me permitirá volver a mi mejor nivel para seguir de largo hacia uno de mis sueños como es ingresar al circuito de la PGA”.
Como pasa desde hace muchos años siempre se apoya en Marisa Baena, la golfista pereirana, a quien admira y ha sido gran ayuda en su carrera deportiva.
Andrés tiene, en su mente y sus sueños, la Chaqueta Verde, pero no la del Atlético Nacional, el equipo de sus amores, sino la que porta el ganador del Masters de Augusta.
Llegar a la PGA es su meta, ganar un ‘Major’, otro de sus anhelos y aunque no se atreve a decir en cuanto tiempo lo logrará, sí está seguro que lo alcanzará. Tiene el golf y la disciplina para escalar ese peldaño, que hace un año estuvo a punto de subir.
Con algo de nostalgia y un brillo especial en los ojos recuerda que estuvo a 30 minutos de llegar a la PGA, pues estaba a pocos hoyos de coronarse campeón de un torneo, pero la suerte, en esa ocasión, no lo favoreció y no ganó, por lo que tuvo que aplazar esa tarea.
Andrés considera que ese traspiés lo impulsó para buscar, con más fuerza, su meta. Ahora quiere jugar los casi diez torneos que restan del Tour Latinoamérica.
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