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De recolectar basuras a cosechar títulos: la historia de Leo Castro, el goleador del fútbol colombiano

Constructor, domiciliario y recolector de basuras fueron algunos de los oficios que desempeñó Leo Castro al tiempo que jugaba con la pelota.

  • Leo Castro anotó 15 goles este semestre y se convirtió en el goleador de la Liga BetPlay II. FOTO MANUEL SALDARRIAGA
    Leo Castro anotó 15 goles este semestre y se convirtió en el goleador de la Liga BetPlay II. FOTO MANUEL SALDARRIAGA

Este siete de diciembre a Leo Castro y a todo el plantel del Deportivo Pereira se les cumplió el deseo de salir campeón del fútbol colombiano.

Los ‘Matecañas’ se impusieron desde la tanda de los penales al centenario Deportivo Independiente Medellín. Los 30.000 asistentes al Hernán Ramírez Villegas los ovacionaron.

Este título –el primero en 78 años para el Pereira– se consiguió gracias a los goles de un hombre que alguna vez se ganó la vida barriendo las calles de la capital risaraldense.

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“Hoy lo logramos. Son 78 años que esta hermosa hinchada estaba esperando. Se logró con fuerza, garra y jerarquía que demostramos en cada partido. En Medellín pasé un momento difícil porque no tenía continuidad. Este triunfo es de mi esposa, estaba tocando fondo, y ella me ayudó. También es para mi familia. Trabajé muy duro para esto”, dijo el Leo campeón mientras las lágrimas le rodaban por sus mejillas.

No es para menos. Debutó con Pereira hace 8 años, para entonces tenía 22 y ya había conocido el rechazo de equipos como Barranquilla FC, Envigado y La Equidad. Antes de triunfar con la pecosa, trabajó como domiciliario, constructor y recolector de basuras de la empresa de Aseo de Pereira. Mandar las pelotas al fondo de la red era su destino.

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“Me puse a hacer domicilios en una agropecuaria. Debía descargar hasta tres toneladas de comida para animales por viaje, con un compañero. Ahí me ganaba 200.000 pesos quincenales. Duré como siete meses”, relató el atacante en entrevista con El Tiempo.

Tuvo un paso fugaz por la construcción –oficio que alternaba como jugador aficionado, su talento lo cotizó en los cotejos de los barrios: cobraba hasta 20.000 pesos por participar en los “picaitos”–. Después llegaron las basuras.

“Yo iba en la parte de atrás del carro de la basura, recogiendo las bolsas de la calle. Gracias a eso cogí físico y fuerza, porque también me tocaba levantar canecas”, recordó el atacante.

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Como escobita trabajaba de 6:00 a.m. a 2:00 p.m. y después se iba a entrenar. La pantaloneta y los guayos le quedaban mejor que el delantal, el tapabocas y los guantes.

“En Bogotá (La Equidad) me dio duro el frío. Fáber López me dijo que no tenía lo suficiente y casi ni me miraron. En Barranquilla estuve como diez días y casi en cada entrenamiento hice goles, pero Arturo Reyes me dijo que ya tenía el equipo completo. En Envigado estuve casi un mes, pero Pedro Sarmiento y Juan Carlos Sánchez me dijeron que gracias, pero no”, recordó Leo.

Después de sus luchas, el delantero encontró espacio en el Pereira –el equipo de la ciudad que habitaba desde 1992 cuando su familia salió huyendo de la violencia de guerrillas en el Cauca–. Era 2014 y el utilero del equipo lo invitó a probar suerte. Su talento fascinó.

Después de estar en el Pereira, Medellín se interesó en él, pero las molestias físicas y algunas lesiones lo obligaron a devolverse al equipo de sus amores. Este miércoles se coronó campeón.

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