Maireth Pérez y Ana Ortega son dos colombianas que se proyectan como futbolistas profesionales, y tienen algo en común: siendo jóvenes dejaron sus familias y emigraron a Medellín en busca de oportunidades.
Ya han pasado varios años desde que tomaron la que para ellas fue “una difícil decisión” y gracias a su talento y rendimiento se mantienen firmes en sus objetivos.
Ellas son dos ejemplos de los procesos que se llevan a cabo en el país, donde el balompié femenino continúa su lucha para ganar espacios y evitar discriminaciones, como la más reciente del presidente del Tolima, Gabriel Camargo, que generó un rechazo generalizado en el país.
En Antioquia hay proyectos sólidos en Formas Íntimas, Marmar (Margarita Martínez), Rionegro y Atlético Nacional, por solo mencionar los más afianzados. En Bogotá se cuenta Gol Start; en el Valle la escuela Sarmiento Lora y Generaciones Palmiranas; Estudiantes de Tolima, Academia Kelly Peduzinne de Barranquilla, La Villa F.C. de Cartagena y Botín de Oro en Santander.
“Aunque hay 8 o 9 con más trayectoria en Antioquia, en todo el territorio nacional tenemos cerca de 20 o 30 equipos representativos que le han metido la ficha al balompié femenino”, comenta Liliana Zapata, manager del club Formas Íntimas.
Según esta dirigente, también se ha incrementado el número de entrenadores y ya está cerca del centenar. A propósito, el técnico paisa Álvaro Restrepo señala que aparte del impulso que deben dar la Federación Colombiana de Fútbol (Colfútbol) y la división aficionada (Difútbol), es necesario incrementar la capacitación: “Necesitamos entrenadores que conozcan a fondo las bases y la manera de orientar los procesos, actuar sin egoísmos y unir fuerzas, podemos mejorar mucho”.
Advierte que la Liga Femenina ha dado un impulso grande y que es necesario seguir buscando en todas las regiones para descubrir talentos como Maireth y Ana, para garantizar el relevo a la actual generación.