La noche de este domingo en el Atanasio Girardot tuvo el brillo de las grandes gestas. La hinchada verdolaga, fiel y entregada, se dio cita para rendir homenaje a su equipo, que venía de bordar una nueva estrella en su gloriosa historia. Antes del partido contra Deportivo Pereira, la fiesta ya estaba en su punto más alto: los jugadores dieron la vuelta olímpica con los trofeos de Copa, Liga y Superliga en sus manos, un trío de conquistas que reafirma la hegemonía del Rey de Copas en el fútbol colombiano.
El ambiente era inmejorable y auguraba otra presentación destacada, aunque al frente estaba un rival siempre peligroso, dirigido por el experimentado Luis Fernando Suárez. A pesar de la fiesta, el equipo de Javier Gandolfi sabía que el compromiso debía cerrarse con un triunfo para redondear la celebración.
El pitazo inicial marcó el comienzo de un duelo vibrante. Como ya es costumbre con el técnico argentino, Nacional presentó a un nuevo debutante: Cristian Uribe, un joven lateral derecho de apenas 18 años, quien demostró desparpajo y talento en sus primeros minutos con la camiseta verdolaga.
Pereira no se dejó intimidar por el entorno y en los primeros compases intentó imponer su juego. Sin embargo, con el transcurrir de los minutos, Nacional fue encontrando su ritmo, empujado por su hinchada y su contundente fútbol. La resistencia del equipo matecaña empezó a debilitarse, y el arquero uruguayo Salvador Ichazo se convirtió en figura con atajadas providenciales que mantenían el cero en su arco.
Pero la insistencia del local tuvo su recompensa. Al minuto 35, Matheus Uribe fue derribado en el área y el juez no dudó en sancionar la pena máxima. El encargado de ejecutar fue Alfredo Morelos, quien con frialdad y jerarquía desató el primer estallido de alegría en el Atanasio.