Cuando está de vacaciones vuelve al barrio donde creció en Santa Marta. No solo lo hace porque lo reciben bien tras lograr el sueño de ser futbolista profesional, sino porque puede ser él mismo: durante las dos semanas que está en su casa, Jaime Alvarado anda en camisilla, pantaloneta, chanclas o descalzo.
Sin embargo, le gusta estar en Medellín. Ama vivir en la ciudad, donde recibe el cariño de los hinchas del DIM, cuadro en el que lleva dos años y se ha consolidado como líder, referente. Con su característica sencillez y sentido del humor, habló con EL COLOMBIANO.
¿Qué significa para usted ser capitán del DIM?
“Es una motivación extra tener la cinta de capitán porque hay que apoyar a los compañeros, ayudarlos, ser un ejemplo. Es bacano para uno como futbolista que los colegas le tengan confianza y lo vean como un líder. Espero seguir cumpliendo ese rol por mucho tiempo”.
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¿Qué es lo que más disfruta de tener esa responsabilidad y lo más difícil?
“Es gratificante ayudar a los compañeros no solo dentro de la cancha, sino afuera. Al final ambas cosas se cruzan, porque estamos más tiempo juntos que con nuestras familias. Por eso trato de estar para ellos siempre: cuando necesitan ayuda después del entrenamiento y así... “Me da miedo decepcionar a la gente que espera que uno haga las cosas bien. También a los que confiaron en mí y a la hinchada. Para ellos el capitán significa mucho, pues a lo largo de la historia del Medellín los capitanes han dejado un legado y seguro quieren que yo también lo haga. Eso es lo que más pesa”.
¿Hay presión en el entorno del equipo por la buena campaña?
“En el fútbol profesional siempre hay presión. Venimos de dos semestres no muy buenos. Sin embargo, el equipo mostró cosas positivas. Esta campaña hemos tenido buen juego. Si bien hay gente que dice que los partidos no han sido duros, me parece que todos los equipos son difíciles. Lo que sí hemos notado es que los rivales vienen analizándonos y cada partido se tornará más difícil. Seguro los nuevos adversarios tienen más deseo de jugar contra nosotros y ganar, pero nosotros queremos ser protagonistas en todos nuestros juegos”.
¿Cuál es el rival que más disfruta enfrentar y por qué?
“Nacional, porque es el clásico y se vive de manera diferente debido a que siempre hay un roce. Sin embargo, se ha vivido con respeto, con ganas de vencer. Es un partido que tiene un picante diferente y uno siempre lo quiere ganar”.
Este domingo enfrentan a Alfredo Arias, ¿qué representa volver a encontrarlo en la cancha nuevamente?
“Será algo bonito. Él me conoce demasiado bien como jugador y persona. No me sorprendería que el domingo envíe a alguien a marcarme a mí porque sabe de mis características. Los futbolistas sabemos cómo es el profesor, le gusta salir a proponer en todas las canchas, sus equipos no se queden parados. Seguro será un partido que la gente y nosotros lo disfrutaremos”.
Pasemos un poco a usted, a los inicios en el fútbol, ¿siempre fue volante?
“Sí. Aunque algunas veces estuve de central cuando era joven, pero fue poco tiempo. En mis inicios, cuando era niño, me ponían como delantero porque siempre fui alto. Me tiraban balones y yo los bajaba de cabeza, de pecho, a lo Zlatan Ibrahimovic. Hice bastantes goles por mi buen remate”.
¿Cómo empezó su carrera en el fútbol?
“Mi mamá fue quien me llevó a entrenar. Ella me decía que en la barriga siempre pateaba. Cuando tenía tres años golpeaba las paredes de la casa. Se cansó y me llevó a una escuela con el profesor José Oyola, que es reconocido en Santa Marta”.
¿Hubo momentos complicados para usted?
“Disfruté mucho mis inicios, pero fue complicado porque tocó luchar contra todo. Salir a entrenar a las 2 de la tarde en Santa Marta, en bicicleta, después de estudiar, era duro. Hubo momentos en los que no me alcanzó para estudiar, pero sí para el fútbol. Siempre tiré más para el deporte y aquí sigo”.
¿Pero le iba bien en el colegio?
“No era un súper crack, pero hacía lo necesario para pasar. Incluso perdí dos años y me gradué hace seis, cuando estaba en el fútbol de Brasil, de manera virtual”.
¿Cómo conoció a Federico Spada, hombre importante en su carrera?
“Eso fue en Barranquilla, en el Torneo Asefal. Yo jugaba con Los Almendros (equipo de Santa Marta). En ese torneo llegamos a la final. En semifinales eliminamos a Parma, el equipo de Federico. Perdimos la final. Después se acercaron a mí para ir a la casa hogar en Barranquilla. En ese momento yo estaba en el Unión Magdalena y fue complejo porque no me querían dejar salir, pero tampoco jugaba. Al final se resolvió”.
¿Cómo fue su salida al fútbol del extranjero?
“Fue después del Torneo de Las Américas en Cali. Me vio Rafa Muntford del Watford inglés. Me llevó a hacer una pretemporada en Udinese de Italia. Ellos en ese tiempo tenían al Granada, Unidese y Watford. Estuve allá tres meses. Me fue bien. Hicimos la alianza. Firmamos contrato por cinco años. Antes, en la casa hogar de Barranquilla maduré y mejoré como persona y futbolista. Esa fue la primera vez que estuve lejos de la casa”.
¿Con qué equipo fue el debut profesional y cómo recuerda ese momento?
“Fue con el Valladolid B de España. Ese momento fue muy especial. Uno como jugador lo disfruta mucho después de tanto tiempo luchando. Además, hacerlo lejos del país, en otro mundo, fue espectacular. Ese año fue de mucho aprendizaje, lo disfruté al 120%”:
¿Mejor recuerdo en Fortaleza?
“El partido que le ganamos al Cali en Palmaseca 3-1 por la Copa. Nos pusieron una nómina alterna y les dimos un baile. Ellos salieron en medio de protestas de la gente, casi los matan. Además despidieron al entrenador”.
¿Cómo sorteó la “tusa” de la final perdida del 2023?
“Pasé un diciembre duro. Pensaba en que estuvimos a siete minutos de ser campeones. El equipo se lo merecía. Hicimos un semestre de ensueño. Por eso el hincha estaba entusiasmado. Sometimos a todos los rivales. Sin embargo, así es el fútbol. Casi no nos reponemos del golpe. Salieron muchos jugadores importantes del plantel y todo eso se desencadenó un mal inicio en 2024”.
¿Qué hace cuando está en su tiempo libre?
“Me gusta jugar play, ir a cine, compartir tiempo con mi hijo, con mi esposa, estar en casa y jugar billar, soy aficionado a ese deporte. Además, soy buen jugador de Warzone. Ahí dejo el dato para que el que quiera jugar me escriba, pa darle unas clases (risas)”.
¿Cuáles son la comida y música favoritas?
“El arroz de coco, con patacón y camarón al ajillo que hace mi mamá, y el vallenato. Mi canción favorita es Experiencias vividas, de Diomedez Díaz”.
¿Y el equipo en el que sueña jugar en el futuro?
“Difícil porque hay varios. Yo creo que el Manchester United así esté flojito como ahora. Es un reto para los grandes jugadores”.
¿Qué espera con este DIM en 2025?
“Lo primordial es clasificar a los cuadrangulares de la Liga. La segunda, competir y dejar el equipo en alto y lo más sagrado: conseguir la séptima estrella”.
