En una noche bogotana que parecía escrita para los valientes, el Deportivo Independiente Medellín volvió a demostrar que su grandeza no se negocia, que la gloria se construye con coraje y que, aunque el marcador se mantuvo en ceros, el corazón rojo late más fuerte que nunca. La final de ida de la Liga Betplay-1 2025 frente a Independiente Santa Fe dejó un empate 0-0 que sabe a poco por lo que hizo el Poderoso en el campo, pero que aún conserva intacto el sueño de la séptima estrella.
Fue un partido sin goles, sí, pero no sin emociones. Porque mientras las redes se mantuvieron quietas, el alma del hincha rojo se estremeció con cada ataque, con cada intento de gol que rozó la gloria y terminó en lamento. Brayan León fue el primero en soñar con el grito sagrado. Dos veces estuvo cerca, dos veces la fortuna le dio la espalda. Luego fue Léider Berrío quien estrelló un balón en el travesaño. Y más tarde, Jhon Palacios tuvo la suya, clara, con todo a su favor... pero la pelota se negó a entrar.
Y es que el destino, caprichoso como es, puso como figura al portero rival. Pero no a cualquiera: a Andrés Mosquera Marmolejo, viejo conocido del DIM, hombre que defendió esos mismos colores con honor y que ahora, desde el otro bando, le cerró el camino al gol a su antiguo equipo. Aquel que tantas veces salvó al Medellín, fue esta vez quien frustró su alegría.
Volvió a aparecer, cuando menos se le esperaba, el viejo fantasma de la falta de eficacia. Aquel que el equipo había espantado en los cuadrangulares, regresó en la noche que más se necesitaba el abrazo con el gol. Por eso, el hincha rojo no puede hacer otra cosa que seguir aferrado a la ruda, a las estampillas de los santos, a los rezos que desde las gradas del Atanasio se elevan como plegarias... y sobre todo, a la confianza en Alejandro Restrepo, ese técnico que le devolvió al equipo el protagonismo, la dignidad y la fe.
Y aunque el marcador no refleje lo hecho en cancha, quedan muchas razones para creer. Medellín no perdió en Bogotá. Ajustó ocho partidos consecutivos sin caer en la capital. Y no lo hizo de cualquier forma: lo hizo con personalidad, parándose con autoridad, manejando el partido por tramos, haciendo que los miles de hinchas cardenales en El Campín terminaran con las uñas destrozadas, el corazón en vilo, y los nervios a flor de piel.
Este Medellín, que supo jugar como visitante con la templanza de un equipo que quiere ser campeón, dejó claro que está para grandes cosas. Que el grupo está unido, fuerte, convencido. Que el empate no lo saca del camino. Que el verdadero partido será en casa, ante su gente, con el rugido del Atanasio impulsándolo hacia la gloria.
Eso sí, no se puede caer en el error de subestimar al rival. Santa Fe no ha dicho su última palabra. El empate no es ventaja, y en las finales los goles son los que deciden. Alejandro Restrepo lo sabe, y deberá inculcarlo en sus jugadores: el respeto al rival es tan importante como el hambre de victoria.
Porque el fútbol no siempre premia al que más lo merece, pero sí al que más lo busca con convicción, con entrega, con valentía. Y eso ha hecho el DIM a lo largo de todo el torneo. Ha sido protagonista. Ha jugado, como diría Alfredo Gutiérrez, “fútbol del bueno”. Ha sido un equipo que se levanta, que compite, que emociona.
Y si hay justicia, el destino se teñirá de rojo. Óscar Pareja, gloria del fútbol y referente del Medellín, lo dijo claro a este diario: “Este DIM tiene con qué acabar el estigma del sufrimiento eterno”. Tiene fútbol, tiene temple, tiene historia. Ahora solo necesita cerrar el círculo, redondear la faena, concretar lo que mereció.
El domingo, el Atanasio será un hervidero de sueños. Allí se jugará más que una final: se pondrá en juego la memoria de miles de batallas, la esperanza de una hinchada que ha aprendido a sufrir, pero que nunca dejó de creer.
El 0-0 en Bogotá no es el final. Es apenas la antesala de una noche que puede ser histórica. El Poderoso está a un paso de la séptima. Que su gente no suelte la fe. Que el equipo no suelte el alma. Porque cuando el Medellín juega con el corazón, nada es imposible.
Reviva aquí el minuto a minuto de este partido: