En el fútbol colombiano, las decisiones administrativas vuelven a pasar factura en momentos clave. A pocos días de cerrar la fase de grupos de la Copa Libertadores, Atlético Nacional enfrenta un nuevo obstáculo fuera de la cancha: el calendario impuesto por la Dimayor. Y su entrenador, Javier Gandolfi, no se quedó callado.
Luego de asegurar su clasificación a los octavos de final con una victoria 1-0 ante Bahía, el club verdolaga debe afrontar la última fecha del Grupo F en busca del liderato, un objetivo que no es menor, pues podría permitirle cerrar series en casa en la siguiente fase. Sin embargo, la programación de partidos en la Liga Betplay 1-2025 amenaza con poner en jaque este propósito.
A pesar de que Nacional tiene siete días entre el juego que disputó ante Rionegro Águilas y la última jornada de la fase de todos contra todos, Gandolfi tomó la decisión de rotar la nómina para preservar a sus titulares. La derrota 2-1 no solo comprometió la posibilidad de obtener el punto invisible —una ventaja que se concede a los dos mejores equipos de la tabla— sino que evidenció las consecuencias de no tener un calendario flexible.
“Tenemos un viaje donde jugamos el miércoles y por ahí lo ideal hubiese sido eso (jugar viernes o sábado), pero por lo que tengo entendido será domingo. Acatamos órdenes”, declaró Gandolfi con visible molestia. El entrenador se refería al partido ante Junior de Barranquilla, que quedó programado para el domingo 25 de mayo a las 4:00 p.m., dejando pocos días de recuperación, incluido el viaje antes del crucial duelo frente al Nacional de Uruguay.
El duelo internacional se jugará el miércoles 28 de mayo a las 5:00 p.m. en Montevideo, y Nacional tendrá poco tiempo para recuperarse del juego ante Junior, hacer el desplazamiento internacional y preparar el choque que definirá el primer lugar del grupo.
Las quejas no son nuevas, pero esta vez el reclamo tiene mayor resonancia porque la Dimayor sí ha dado apoyo logístico a otros clubes colombianos cuando disputan torneos continentales. El propio presidente de Nacional, Sebastián Arango, explicó que se hizo la solicitud formal para adelantar el partido. Sin embargo, la respuesta fue negativa.
La razón oficial, según explicó la Dimayor, es que la última fecha del todos contra todos debe jugarse a la misma hora para evitar ventajas deportivas. Aunque Nacional ya tiene su lugar asegurado en los cuadrangulares, aún pelea por uno de los dos primeros lugares que entregan el punto invisible, junto a América y Millonarios. De ahí la negativa del ente organizador: adelantar un partido alteraría la equidad de la competencia.
Sin embargo, esta explicación genera inconformismo en el club verde, porque también se debe tener en cuenta el contexto internacional y se debería buscar una fórmula que permitiera cuidar el calendario sin afectar a un equipo que representa al país en el torneo más importante del continente.
Tampoco es viable cambiar de día el partido entre América y DIM, otro de los equipos comprometidos con la definición de los ocho, lo que reduce las opciones logísticas. No obstante, el hecho de que Nacional —el club colombiano con más títulos internacionales— deba jugarse el liderato del grupo de Libertadores con apenas dos días de recuperación ha sido percibido por su afición y cuerpo técnico como una falta de respaldo institucional.
Así, una vez más, el exceso de partidos y la rigidez en la programación terminan perjudicando a los equipos colombianos en el plano internacional. El mensaje parece claro: mientras en otras ligas se protege al representante continental, en Colombia los clubes deben elegir entre competir en casa o en el exterior, porque el sistema no permite luchar por ambas cosas a la vez.
La pelota sigue rodando, pero la molestia se queda. Nacional afrontará su último reto de grupos en Montevideo con la ilusión intacta, pero con la sensación amarga de que juega con desventaja... no en la cancha, sino desde el escritorio.