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Cali conquistó su novena estrella en el Atanasio

  • FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
    FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
07 de junio de 2015
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Al minuto tres del segundo tiempo hubo ilusión. Había esperanza, el sueño podía ser realidad de nuevo. Pasó un minuto y en la tribuna los nervios hacían de las suyas, la historia del DIM aferrada al sufrimiento, como siempre. Un minuto después Vladimir Marín sacó un zurdazo expedito que se estrelló contra el horizontal de la zona sur del estadio Atanasio Girardot, el balón no entró. La ilusión perdió fuerza.

El penal errado por el lateral de Independiente Medellín, el tercero que desperdició el equipo rojo en los últimos cuatro partidos, el aviso y un presagio en el que muy pocos pensaban. El rojo buscó romper el cerrojo de Ernesto Hernández, portero del Cali, pero no alcanzaron las ganas de los jugadores ni el corazón de los hinchas.

A los 23 minutos de la etapa complementaria, cuando la tensión hacía y deshacía en la tribuna un pase de Hernán Hechalar dejó solo a Charles Monsalvo que puso el 1-1 parcial. Estalló en júbilo el coloso de la 74 que veía de nuevo la luz, se rompieron las gargantas de 45 mil espectadores que pensaban en que se podía seguir de largo y no fue así. Medellín perdió dejando el alma.

La gran final disputada la noche de este domingo en el templo del fútbol antioqueño favoreció los intereses de un Deportivo Cali aplomado que combinó la experiencia y la juventud para alcanzar la novena estrella en su historia futbolística. Los dirigidos por Fernando Pecoso Castro reivindicaron la diferencia de 1-0 lograda en Palmaseca el pasado miércoles y se alzó con el título de la Liga Águila I-2015.

Ni Leonel Álvarez, que buscaba el bicampeonato en el banco del rojo, pudo con la estrategia del equipo azucarero que explotó al máximo la juventud de sus jugadores. Estos respondieron con altura y no fueron inferiores al reto de jugar la final. Leonel por su parte roto, cambió, gritó y vivió su propia final en el banco, pero nada valieron, en la cancha la suerte ya estaba echada.

Andrés Roa, volante de los azucareros asestó un golpe certero sobre el arco que defendía Anthony Silva a los 39 minutos del primer tiempo. Un mazazo que enfrío la cálida tarde de Medellín que respiraba fútbol y que ponía por delante las esperanzas de una hinchada que buscaba poner la sexta estrella al poderoso.

Dientes apretados en la tribuna. Escalofríos, rezos, gritos, desespero y llanto acompañaron los minutos finales del juego, por una parte de los pocos hinchas del Deportivo Cali que se infiltraron en medio de la marea roja y por el otro de los hinchas del Medellín, quienes pese a la derrota agradecieron a sus ídolos la lucha que imprimieron en el terreno de juego.

El Cali dio la vuelta olímpica en el Atanasio, y con jugadores de la cantera, demostró que se puede confiar en la casta de los jóvenes, los mismos que hacen parte del recambio generacional que del fútbol profesional colombiano.

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