Casi diez horas durmió Fabio Duarte antes de la tercera etapa de la Vuelta a Colombia de 2009. Sabía que era una jornada importante y había que prepararse, estaba tranquilo. Hizo ese recorrido cientos de veces y no tenía de qué preocuparse, pero tampoco podía confiarse.
Llegó la mañana del martes 9 de junio. Fabio recibió las indicaciones de su técnico, Oliverio Cárdenas, antes de la salida, junto a sus compañeros, Sergio Luis Henao, Darwin Atapuma, Járlinson Pantano, Luis Fernando Laverde y el recién llegado al Colombia es Pasión-Café de Colombia, Nairo Quintana. Repasaron la estrategia antes de salir de Ibagué hacía La Línea.
“Era la primera etapa de montaña, nos teníamos mucha confianza para ascender porque ya habíamos entrenado esa ruta. Por ese lado es más corta pero, eso sí, con mucha subida y había corredores como Santiago Botero, Óscar Sevilla y José Rujano que eran favoritos a llevarse esa etapa. Nosotros éramos sub-23 pero veníamos en un nivel alto”, contó el cundinamarqués, ahora de 33 años y corredor del Team Medellín.
Fabio relata que desde muy temprano el equipo Lotería de Boyacá comenzó a atacar: “iban a un ritmo frenético, nadie se esperaba eso. Armaron una fuga de casi 30 ciclistas a la altura de El Tigre. Ya llevaban buena diferencia”.
“Yo, mientras tanto, iba atrás con (Santiago) Botero, que corría para el EPM y era el líder”, cuenta Duarte.
Llegando a Cajamarca la fuga comenzó a diluirse y Fabio, junto a Botero, iban alcanzando a los pocos que resistían en la cabeza de carrera. “Ya iban 13 corredores, pero seguían liderando Sevilla, Rujano y Javier González, parecían inalcanzables. Yo me mantenía a rueda de Santiago, cuidándolo”.
Cárdenas, el mentor de esa generación dorada que ahora brilla en Europa, comenzaba a desesperarse en el vehículo acompañante. “Yo sabía que él subía muy bien pero al principio tuvo esa duda de entregarse, ya me estaba impacientando y lo comencé a acosar. Le decía: mire cómo este va delante suyo si usted es escalador y él no. ¡Hágale, hágale, adelante!”, cuenta Oliverio, hoy técnico del Boyacá es para Vivirla.
Fabio seguía resguardado sin poder atacar. Cruzó el peaje de Cajamarca junto a Botero. La montaña ya estaba asomándose y el lote se empezó a romper. Dos kilómetros más allá recibió hidratación. Comió maní, banano y bocadillo. Estaba listo. Había llegado su momento: “Después del peaje comienza el ascenso, los ocho km más duros de la subida por ese lado. Hay partes al 10 y 20% de inclinación, pero el recorrido lo sabía de memoria”.