Hay una frase que siempre le repetía el entrenador Luis Fernando Saldarriaga al ciclista antioqueño Sergio Andrés Higuita y que este, con el pasar del tiempo, la asimiló de gran forma.
“La concepción del campeón es que inmediatamente percibe las cosas que le van a servir, las sensibiliza y realiza”, contaba Saldarriaga, formador del deportista que, el pasado domingo en Tunja, en una clara demostración de fuerza y superioridad, se convirtió en campeón nacional de ruta.
En su primera cita de esta magnitud, Higuita, hábil en la montaña y astuto para el plan, le entregó a Antioquia el título 11 en la historia de la competición. Antes lo lograron Antonio Londoño (1986), Reynel Montoya (87, 88, 89), Jorge Otálvaro (91, 92), Óscar Álvarez (2009), Weimar Roldán (2011) y Sergio Henao (2017, 2018).
“Los corredores son como las programaciones que el entrenador hace en ellos, y así salen. Sergio ya empieza a mostrar su parte productiva. Un pedalista no entrena para que lo vean, lo hace para dar resultados, para tener buen rendimiento, imponer un estilo de trabajo, carácter sobre la bicicleta. La madurez cognitiva que ha adquirido, gracias a la experiencia que viene ganando se nota en su toma de decisiones”, dice Saldarriaga.
Higuita, de 22 años de edad, y quien en 2019 dio el salto a la máxima categoría del ciclismo con el equipo EF Pro Cycling, en el que comparte con sus compatriotas Rigoberto Urán y Daniel Martínez, se empezó a forjar ciclista en la ladera, camino a su casa, en el barrio Castilla de Medellín, el mismo lugar donde casualmente surgió un ídolo del fútbol, René Higuita. “Como tenían el mismo apellido y eran de igual barrio, un día le pedí consentimiento a Sergio que si lo podía llamar René, y como dijo que no había problema, lo empezamos a llamar así”, recuerda el orientador.
Eso sí, el chico que algunas veces ayudó a su padre, Leonardo, en las labores de cerrajería, mostró personalidad cuando Saldarriaga le aconsejó, hace unos cuatro años, que debía cambiarse de residencia pensando en una mejor formación deportiva. La sorpresa fue mayor para el técnico cuando diez días después el pedalista arrendó una casa en el corregimiento de Santa Elena. “Entendió que debía vivir en la altura para prepararse bien, para cambiar de ambiente psicosocial y tener una mejor recuperación en un lugar más natural”, cuenta.