Con la delicadeza de quien recibe un bebé en sus brazos, este domingo Egan Arley Bernal Gómez tomó el trofeo del Giro de Italia, buscó el sitio donde quedó estampado su nombre entre los campeones de las 104 ediciones y, con los ojos cerrados, lo besó. Luego lo levantó y lo ofreció a la concurrencia que, con aplausos y vítores, honró su esfuerzo tras 3.410,9 km, distribuidos en 21 etapas.
El colombiano de 24 años, natural de Zipaquirá, Cundinamarca, sonreía en la tarima. Vestido con la camiseta rosa, la misma que se enfundó desde la novena fracción y supo defender durante 15 días, acababa de librar una dura batalla en la contrarreloj individual de 33,3 km entre Senago y Milán, donde logró mantener las diferencias sobre el italiano Damiano Caruso y británico Simon Yates, segundo y tercero de la clasificación general, que amenazaban su trono.
Y es que esta vez, a diferencia del 28 de julio de 2019 cuando arribó triunfador a los Campos Elíseos de París en medio de brindis y festejos en el denominado Paseo de la Victoria del Tour de Francia, le tocó exigirse a fondo en el epílogo de la carrera italiana, con la fortuna de que el subcampeón, Caruso, solo pudo descontarle 30 segundos de los 1.59 con los que inició la etapa.
Antes de cruzar la meta, al saber que había cumplido la misión, soltó el manubrio de la bicicleta y mientras daba los últimos pedalazos hacia la consagración, alzó los brazos y empuñó las manos para festejar. Era su debut en esta carrera y se acreditaba otra de las tres grandes del ciclismo mundial.
Además, agregaba su nombre a glorias como Fausto Coppi, Eddy Merckx, Bernard Hinault, Marco Pantini, Alberto Contador y Chris Froome, entre otros, en cuyo palmarés aparecen los títulos del Tour y el Giro.
“Había muchas banderas colombianas en el camino, de eso me di cuenta, gente apoyándome, gritando mi nombre. Fue un sentimiento increíble, no lo puedo describir, pero es una emoción grandísima”, relató.
Bernal se unió también a los ilustres Gino Bartali, Felice Gimondi y Merckx al ganar el Giro antes de cumplir los 25 años edad.
“Es mi segunda grande y en este momento me veo tranquilo, pero por dentro estoy que exploto de la felicidad. Ya gané un Tour, ahora el Giro y es muy especial por la forma en que corrimos y en que volví al juego, prácticamente dos años sin estar en buena forma en una gran vuelta”.
Con lo hecho, Egan emuló a Nairo Quintana, vencedor del Giro 2014. El primero en abrir el camino en el tridente de pruebas de tres semanas en Europa fue Lucho Herrera, campeón de la Vuelta a España en 1987, a quien siguió Nairo en 2016.
Una victoria sufrida
En diálogo con su mamá (Flor Gómez), a través de ESPN, el pedalista de tez trigueña, tal como lo manifestó varias veces durante la competencia, le confesó el sufrimiento para alcanzar esta hazaña.
“Espero que hayas disfrutado esto, porque yo lo sufrí”, le expresó a su progenitora que estaba en Bogotá siguiendo la transmisión, al agregar: “Qué chimba poderla escuchar. Cuando regrese espero celebrar con un arroz con pollo (su comida preferida), arepa de yuca y tinto”.
La emotiva escena, que finalizó con bendiciones entre ambos, hizo evocar a los aficionados las jornadas con trayectos de “sterrato” (terreno destapado), los ascensos inclementes entre lluvia y nieve, y el día de crisis en el que contó con la ayuda de su ángel guardián Daniel Felipe Martínez, compañero del Ineos y quien terminó en una honrosa quinta posición en la clasificación final del Giro (ver módulos).
También recordaron el triunfo en Campo Felice, cuando ganó su primera etapa (la novena del recorrido) y se hizo líder, y tras la cual lloró ante las cámaras al hacer referencia a dos años difíciles, en los que los dolores de espalda le impidieron mostrar todo su potencial.
“No lo puedo creer, en serio no lo puedo creer. Han pasado muchas cosas para llegar acá... Acabo de ganar mi primera etapa del Giro, hice demasiados sacrificios para estar aquí en esta posición, estoy muy feliz”, expresó en su momento entre lágrimas.
Debido a sus dolencias, Egan se retiró durante la defensa del título del Tour de Francia en 2020. En la jornada 17 dijo adiós.
Vieron luego momentos críticos que soportó rodeado de su familia, en la que nunca entendieron la dureza de las críticas hacia el hijo mayor.
Muchos, inclusive, osaron al darlo como acabado para el ciclismo y lo tildaron de flor de un día. Pero con la misma fuerza que creció para el deporte, primero como ciclomontañista, Egan luchó y, de a poco, recuperó el nivel que acaba de ratificar.
Manos amigas
A su capacidad deportiva, complementada con madurez y buena lectura de las carreras, se sumó el respaldo irrestricto del equipo Ineos Grenadiers, considerado por los expertos el mejor de mundo en la actualidad.
“La inteligencia de Egan para afrontar la prueba fue determinante. Siempre mantuvo la calma y supo regularse”, advirtió Víctor Hugo Peña, primer colombiano líder de un Tour, al destacar la labor colectiva de la escuadra ganadora.
Integrada por Pavel Sivakov, Filippo Ganna, Jonathan Castroviejo, Jhonatan Narváez, Salvatore Puccio, Gianni Moscon y Daniel Martínez, siempre le ofreció confianza y apoyo en todos los terrenos.
“Aquí hay que pedalear y Egan con su talento y calidad ganó. Estuve en un momento con él que, para mí, no fue tan crítico y alcanzamos a tener un poco de susto, pero no más”, apuntó Martínez, uno de los bastiones de este logro que le permitió al hijo de Zipaquirá cumplir un sueño de niño y enfundarse, igualmente, la camiseta blanca de los más jóvenes.
El hombre que portó el dorsal número 1 y acabó en el primer lugar del Giro, para darle un solaz a Colombia este 30 de junio, guardará como un tesoro en su casa el trofeo en el que su nombre aparece entre sus ídolos