El pasado jueves 23 de febrero, desde el Teatro La Hora 25, compartieron un comunicado en el que enumeraban las razones que los llevaron a tomar una decisión definitiva: “Hemos decidido vender nuestra casa, nuestro espacio teatral, nuestro pedacito de cielo, para seguir haciendo teatro”, explicaron en el documento.
Las causas son varias: en 2015, repentinamente su director, el dramaturgo Farley Velásquez, falleció de manera repentina. En 2019, parte del techo de su casa, que durante tanto tiempo fue la casa de los “jóvenes que pensaban que el mundo podría ser otra cosa”, se cayó y tuvieron que reestructurarlo. En 2020, la pandemia los obligó, como a todos, a recogerse en su lecho y a cerrar las puertas.
Y 2021 fue un tiempo de reactivación, de invención y reinvención, de “tocar puertas y de hacer lo imposible” para sostener el proyecto que para muchos fue un escenario del cuerpo, de la voz y del espíritu. Sin embargo, esos esfuerzos no fueron suficientes para mantener a flote su sede, aunque sí la esencia de sus convicciones: seguir pensando que el teatro y el mundo puede hacerse de otra manera.