A sus 88 años, John Williams es la persona viva con el mayor número de nominaciones a los Óscar. Suma 52, la última obtenida el año pasado por la banda sonora que compuso para Star Wars: El Ascenso de Skywalker. Pero su música va mucho más allá de las galaxias y lo hizo merecedor del Premio Princesa de Asturias de las Artes, que recibió con su homólogo italiano Ennio Morricone.
Ambos pueden ser considerados como reyes de las bandas sonoras en Hollywood. Williams, nacido en Nueva York, tiene la habilidad de pasar de la comedia con Mi Pobre Angelito al cine de ciencia ficción con Star Wars o Inteligencia Artificial y la fantasía con Harry Potter.
El italiano Morricone, por su parte, ha escrito para Quentin Tarantino en Los Ocho Más Odiados (2015), así como para Sergio Leone en la Trilogía del Dólar que protagonizó Clint Eastwood. También ha trabajado con directores como Pedro Almodovar, Giuseppe Tornatore y Bernardo Bertolucci.
Ambos artistas recibirán el premio en octubre en el Teatro Campoamor de Oviedo en España. “Este premio es tan absoluto que me conmueve”, señala Morricone desde Roma, en una entrevista para la Agencia Efe. “Yo nunca espero los premios porque cuando escribo música para el cine, para mi es suficiente con estar satisfecho con lo que preparo y que el público lo escuche con atención”, apunta.
Williams, memorable
En 62 años de carrera, se ha ganado cinco estatuillas de la Academia y su sello siempre está asociado al cine de Steven Spielberg, ya sea en su vertiente más comercial o a través de su mirada más íntima.
Ha sido capaz de volverse eterno con solo dos notas, las que marcan la banda sonora de Tiburón que aterrorizaron a sus espectadores durante décadas por lo que traían a su memoria en un acto reflejo, también es el autor de auténticas oberturas sinfónicas, como las que inician la saga de Star Wars o Indiana Jones.
Su padre era un percusionista de jazz que lo animó a tocar el trombón aparte del piano, que era su favorito, pero de joven Williams decidió aprender también a tocar la trompeta y el clarinete. Hizo parte de las Fuerzas Aéreas de EE.UU. y a finales de los 50 comenzó a componer bandas sonoras para series de televisión.
Su primer gran éxito fue la música que creó para La Aventura de Poseidón (1972), pero uno de los momentos decisivos de su carrera fue en 1974, cuando el novato director de cine Steven Spielberg lo contrató para componer la música de su primer filme importante: Loca Evasión o The Sugarland Express (1974). Siguieron siendo buenos amigos y Spielberg le recomendó entonces a otro amigo, George Lucas, que necesitaba un compositor para su película épica espacial, Star Wars. Williams utilizó una gran orquesta sinfónica (la de Londres), como se hacía en la época dorada de Hollywood, y con ese trabajo recibió su tercer Óscar.
Después vino E.T., El Extraterrestre (1982), y la Lista de Schindler (1993). Compuso también música para Parque Jurásico, Memorias de una Geisha (2005) y las tres primeras películas de la serie de Harry Potter.
El silencio de Morricone
Nació en Roma en 1928 y desde muy joven se inclinó por la música sinfónica. Estudió en el Conservatorio Santa Cecilia y se diplomó en composición, trompeta y canto coral.
Trabajó como arreglista de cantantes como Gianni Morandi o Jimmy Fontana, pero su primera incursión en el mundo del cine fue en 1961 con la creación de la banda sonora de la película Il Federale de Luciano Salcio. Ese primer acercamiento lo llevó a otros cineastas como Marco Bellocchio, Bernardo Bertolucci y Sergio Leone en películas como Per un pugno di dollari (1964) y Il buono, il brutto e il cattivo (1966).
Desde ahí solo hubo más éxitos de la mano de Pier Paolo Pasolini, Lina Wertmuller, Roman Polanski, Oliver Stone, Juan Luis Buñuel y Pedro Almodóvar. Su trabajo en Cinema Paradiso (1988), de Giuseppe Tornatore, es uno de los más recordados, al igual el que hizo en The Mission (1986).
Si hay un secreto en sus partituras es el rol del silencio: “El silencio es música, al menos tanto como los sonidos, quizá más. Si quieres entrar en el corazón de mi música, busca entre los vacíos, entre las pausas”, recomendaba.
En 2016 Morricone se hizo con el Premio Óscar por la banda sonora que creó para el western Los ocho más odiados (2015) de Quentin Tarantino, una composición que le valió otros reconocimientos como un Globo de Oro y el Bafta de la Academia Británica.