Son ocho escalones los que separan las tres puertas gigantes del Museo de Antioquia con la Plaza de las Esculturas. Juan Gómez Martínez, exalcalde de Medellín y quien lideró el proceso de cambio de esos dos espacios hace 20 años, está allí para recordar. Parado en la entrada del Museo se queda mirando las esculturas, con nostalgia y emoción, antes de contar esas historias que permanecen en su memoria.
María del Rosario Escobar, actual directora del Museo de Antioquia, llega a su encuentro y entre los dos inicia una conversación que trae de vuelta el pasado, hace consciencia del presente y proyecta el futuro.
Primera mirada
Al bajar los escalones del Museo se llega al nivel de la plaza. Hace dos décadas se ubicaron cuatro esculturas y al año siguiente ya estaban todas, las 23, dispuestas para los antioqueños y visitantes de otros lugares del país y el exterior. Juan Gómez recuerda cómo el maestro Fernando Botero las quería así, bajitas, cercanas. “Él mismo se encargó de diseñar los pedestales, la altura de cada uno y hacia donde debía mirar cada obra de arte. Todo estaba planeado y él quería que la gente estuviera en contacto con las obras y las pudiera tocar”.
Sin embargo, María del Rosario precisa que lo ideal es no tocarlas mucho, “los cánones nos dirían que entre menos las tengamos que intervenir mucho mejor, pero como lo explicaba el doctor Juan, estas son unas esculturas que se tutean con la gente, y esa experiencia les da un valor estético muy alto y de apropiación ciudadana, eso representa un verdadero desafío para el equipo de restauración y conservación del Museo”.
El montaje de las primeras piezas se hizo la noche anterior al 14 de octubre, en pleno aguacero y con un Botero, sombrilla en mano, pendiente de cada detalle.
La apertura del museo
“En esos escalones se puso el estrado principal”, cuenta Juan Gómez al mirar hacia la entrada de la institución. Una gran carpa con los niños de las escuelas de música con un Botero emocionado, escuchándolos. Las puertas se abrieron hace dos décadas y hoy “el museo da cuenta de una serie de donaciones del maestro, de 1974 a 2013 –explica la directora–, que motivaron a la ciudad a unirse y consolidar este museo en este edificio, patrimonio arquitectónico y actual icono del turismo”.
Ya en el tercer piso, en la sala Pedrito Botero, están sus obras más preciadas. “Él colgó cuadro por cuadro, Medellín no tenía una sala de estas características y esta iluminación. Es una muy personal, con su cuadro Pedrito, el Exvoto (primera donación), Nuestra Señora de Colombia, el retrato de Cecilia”, añade María del Rosario.
Al pensar en el presente, ella cuenta que a pesar de la pandemia esta celebración trae felicidad, “estamos aquí prestos para ello y para recibir a la gente que viene a visitarnos”. Sobre el futuro añade que en medio del festejo se firmó el acuerdo de voluntades entre Corpocentro, el Metro y el Museo para constituir el distrito histórico de Medellín, una alianza para proteger este triángulo histórico y patrimonial (la Plaza Botero, el Parque de Berrio y el Parque Bolívar).
También en medio de la celebración la alcadía de Medellín otorgó su máxima condecoración, la medalla categoría Oro, a Fernando Botero como reconocimiento a toda una vida dedicada a las artes plásticas y la representación del talento artístico de la ciudad ante el mundo. Juan Gómez Martínez recibió la distición por el maestro que no pudo viajar a la ciudad.
El recorrido continúa en una mezcla de nostalgia y alegría. También agradecimiento. Juan Gómez camina por cada pasillo, recuerda cada ala del museo y a su memoria llega Botero colgando cada cuadro, cada dibujo, ubicando cada escultura. Soñando. “Me emociona mucho estar aquí y recordar la bondad del maestro. En el mundo no hay una plaza como esta, con 23 esculturas monumentales donadas por el artista. Existe en Medellín”.
198
obras de Botero hay en el museo entre cuadros, esculturas, dibujos y pasteles.
10
esculturas fue el primer ofrecimiento de Botero para la plaza. Esa cifra subió.
380.000
visitas recibe el Museo al año (sin pandemia).
1984
de ese año es la escultura más antigua de la Plaza, se trata de la Mujer reclinada.