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Tortas negras enlatadas que llegaron en barco

La receta de la tía Blanca viajó desde Reino Unido para volverse tradición familiar. La innovación fue enlatarla.

  • Una foto robada para la tía Blanca de la torta negra circunspecta, como la define ella. FOTO donaldo zuluaga
    Una foto robada para la tía Blanca de la torta negra circunspecta, como la define ella. FOTO donaldo zuluaga
  • Tortas negras enlatadas que llegaron en barco
08 de mayo de 2015
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La receta de la tía Blanca tiene 150 años y llegó en barco con el abuelo de sus abuelos, Hugo Blair Brown. Era médico y venía desde Irlanda a ayudar a Bolívar, como muchos ingleses, en la guerra de Independencia. Luego se quedó en Colombia y a sus hijos y nietos –sigue Liliana Rico contando –les enseñó la receta de la torta negra, muy importante para los navegantes y para el invierno, por su perdurabilidad.

La receta fue pasando de padres a hijos, aunque a la tía Blanca le llegó por sus tías y no por su mamá que, cuenta, hacía otras cosas, igual de buenas. Ella tendría unos 14 años cuando la aprendió a hacer. En esencia es la misma, si bien le ha puesto sus caprichos.

Blanca Flórez Blair hacía la torta una que otra vez, cuando sus hermanos iban apareciendo, uno con el molde para hacer lasagna, otro con el vino. Horneaba para ellos, para guardar en la nevera y hasta para repartir.

El secreto no lo dice. Solo que ella no le echa ron sino “whiskicito”, tampoco hace lo de la aguapanela, sino un jarabe y una envinada a su estilo. “Yo lo que le cambié es que le aumenté la fruta porque la vi muy pobre”. El 70 por ciento de la torta de la tía Blanca es fruta.

Su negra dejó ahora de ser solo para ellos y sus amigos. Cuando su sobrina Liliana volvió de España, otro tío le dio la misión de no dejar morir la receta y le propuso buscar un empaque que le quedara bien. Ella descubrió la lata, porque es reciclable y guarda la humedad, los olores y los sabores. Entonces enlató la torta de su familia en 150 gramos que pueden durar, sin abrir, hasta ocho meses. Les puso una etiqueta y un nombre, Torta negra de la tía Blanca.

A la tía Blanca le gustó la idea y en esa cocina grande, en la que ya hace tortas para cualquiera que las quiera, es la primera que llega y la última que se va, y si no tiene nada que hacer, pregunta por algo por hacer. Ahora anda llevando la receta de la torta a unas galletas.

No le gustan las fotos ni figurar. Dice que es un personaje misterioso y circunspecto, y cuando le preguntan qué es, añade tómelo como quiera. “Mi torta es circunspecta también”.

Le gusta mucho, por supuesto, pero la evita por lo de los kilos. Claro que ahora que anda en esas todos las días, pruebe que pruebe para que quede bien, ha subido dos kilos.

Luego se enorgullece. Sus tortas son viajeras. De dárselas a sus hermanos han llegado hasta Australia, Italia y Holanda. Sin contar los enamorados que le dejan cartas.

Otras opciones

Se dice que en un matrimonio no puede faltar la torta negra envinada y algunas parejas hasta guardan un pedazo en la nevera para comérselo un año después. Famosas en Medellín son las de Buenos Aires, como las de Doña Teresa, a las que no les falta la fila el día de la Madre. También están Las negras. Otros se van por William Tortas en La Floresta. Bien dice el dicho, entre gustos...

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